El viejo paso que cuelga sobre el río Buenavista se bambolea al paso de la gente. La estructura, de 1 metro de ancho, se armó hace más de 40 años con gruesos tablones de madera sujetos con cuerdas de acero entrelazadas.Sus bases fueron reforzadas con pilotes de concreto. El puente es el único medio que tienen los pobladores de la cabecera parroquial de Buenavista, en el norte del cantón Pasaje (El Oro), para acceder a sus plantaciones, en la margen izquierda del río.En las fincas trabajan 3 120 de los 5 200 habitantes del poblado, que equivale al 60%. La mayoría trabaja al jornal. Danny Ramón, 22 años, es uno de ellos. A diario cruza por el puente. Su casa, en el otro lado del río, está en medio de una tupida bananera. “Para sacar el banano, los camiones deben salir por La Peaña (parroquia vecina) y, por allí, tomar la vía hacia los muelles de Puerto Bolívar. Es un trayecto muy largo y la fruta se estropea”.El puente carrozable más cercano a Buenavista está a 4 kilómetros de distancia, hacia el norte.Buenavista posee una importante producción bananera, con 3 520 hectáreas de las 8 800 cultivadas en Pasaje. El cantón ocupa el tercer puesto en producción bananera de El Oro, según el censo del Ministerio de Agricultura.Dolores Ramón, dirigente de los pequeños productores de Pasaje, dice que las dificultades para sacar la fruta se incrementan en invierno. “Los caminos son de piedra, muchos fueron abiertos por los propios hacendados. Con las lluvias son unos lodazales”.Los problemas son similares en el sitio Calichana. El agreste caserío de casas dispersas se ubica a 7 kilómetros de la cabecera parroquial. El poblado, de 560 habitantes, vive del cultivo de banano, cacao y de un incipiente turismo. Para llegar a las plantaciones, al otro lado del río Raspas, los comuneros usan una tarabita.En el oxidado aparato caben dos por viaje. “Hay que tirar fuerte del cable para que ruede. Cuando el río está crecido da miedo”, cuenta el colegial Gerardo Azuero, mientras regresa de clases. Por la ausencia de un paso carrozable, las producciones agrícola y ganadera salen por el puente de La Victoria, a 5 kilómetros. “En verano, cuando el cauce del río se seca un poco, pasamos directamente hasta llegar a la vía asfaltada”, dice María Narváez, propietaria de un pequeño cacaotal.En el Plan de Desarrollo de la Junta Parroquial se incluyó, como prioridad, construir los puentes carrozables para ambos sectores. Jefferson Sandoval, presidente de la Junta, dice que presentaron esos requerimientos a la Prefectura, al Ministerio de Transporte y a la desaparecida Corpecuador.