Los coloridos paisajes en cada amanecer o caída de sol me impresionaron desde los primeros días que visitamos Pucará (cantón del sur azuayo).
Escogimos ese sitio para elaborar el plan de ordenamiento territorial urbano como parte de nuestra tesis de grado en arquitectura.
Hace dos años iniciamos esta aventura con mis compañeros Pablo Sacta y Andrea Calle. Descubrimos la vida de esta zona, a 3 100 metros de altitud, con vías en mal estado. Por eso un viaje desde Cuenca toma cuatro horas.
Decidimos vivir allí cuatros meses para conocer la situación de 290 familias del área urbana. Los 10 000 habitantes viven de las remesas de sus migrantes y de cultivar papa, melloco, maíz…
Esto para mí ha sido una doble oportunidad. Como sabían sobre mi afición, me designaron la fotógrafa del proyecto. Entonces, aproveché la cámara prestada para, en cada caminata, captar los parajes, el contraste del azul del cielo con el rojizo de las montañas, la cotidianidad de la gente.
Descubrimos su riqueza arqueológica precolombina y la particularidad de la ciudad, asentada entre los cerros Barishigua y Zhalo. Por eso planteamos la conservación de este patrimonio”.