Los transeúntes deben arriesgarse a caminar por plena calle en la 12 de Noviembre, Juan Benigno Vela, Tomás Sevilla y en determinados tramos de la Cevallos, en el centro de Ambato.
Estos ocurre porque los comerciantes informales utilizan las veredas para ofrecer su mercadería en pequeñas porciones que se venden en fundas plásticas a 50 centavos y USD 1.
Elsa Naranjo, empleada pública, se queja de que “no dan paso a los peatones y si nos quejamos nos insultan. Entonces bajamos de las veredas con el riesgo de ser atropellados”.
En la avenida Cevallos el tránsito es intenso.
Además, cuando los informales se agrupan, los transeúntes deben estar alertas “porque hay quienes aprovechan para meter las manos en bolsillos y en carteras”.
Este problema aumentó en los últimos dos años. El Municipio tiene identificados unos 800 comerciantes informales en los alrededores de los mercados Modelo, Central y Urbina.
Estos ofrecen hortalizas, legumbres, frutas, ropa, comidas preparadas, artículos de limpieza y otros.
Carlos Corrales, dirigente de la Asociación Jesús del Gran Poder del mercado Modelo, donde laboran 770 vendedores, considera que la mayoría de informales tiene un puesto dentro de los centros de expendio.
“Aun así salen a las calles porque aducen que adentro no se vende. Eso no es cierto. No se dan cuenta que causan insalubridad, pues arrojan los desperdicios en las veredas. También, el intercambio de dinero atrae a la delincuencia que arranchan las carteras y celulares a los compradores. Eso ahuyenta a los clientes y nos perjudica a todos”.
En la 12 de Noviembre, Veintimilla y Espejo, los informales venden cerca de los tachos de basura o junto a las paradas de buses. Sus productos se contaminan.
Entre los mercados Modelo y Central también funciona ilegalmente una zona de tolerancia y es un punto peligroso de esta urbe, de acuerdo con la Policía Judicial.
En las calles 12 de Noviembre, Veintimilla, Martínez y Lalama los informales están a sobresaltos.
“Nos avisamos cuando se acercan los ‘azules’ (policías municipales) para envolver las cosas en lonas y escondernos en los zaguanes”, dice María N., que acude los lunes con medio quintal que cosecha en Pilahuín.
En el mercado Central, los 400 comerciantes también se quejan de sus ‘pequeños competidores’.
“Cada año, los informales se extienden más por el centro urbano. Ahora no solo están en los alrededores de los mercados, también se entran a los parques Montalvo y Cevallos”, denuncia la comerciante Rosa Tisalema.
Para Vicente Pérez, director de Servicios Municipales, la solución es compleja. “Pensamos en reubicarlos en las plazas 1 de Mayo y en Cashapamba. No olvidemos que la Constitución garantiza el derecho al trabajo”.
Punto de vista
John Tello / Analista económico
‘La informalidad crece’
En Ambato, la informalidad ocurre por dos razones: la falta de puestos de venta en los mercados urbanos y porque Ambato es una ciudad atractiva para el comercio.
Recordemos que, según el INEC, de los 209 089 habitantes de Ambato y sus parroquias urbanas, 106 742 son parte de la población económicamente activa y de ellos, 55 048 se dedican a actividades informales.
En los últimos años, el comercio informal ha crecido en la capital de Tungurahua y si no se controla a corto plazo se convertirá en un serio problema social para el Municipio.
De hecho, hoy se ha creado un ‘mercado’ informal en la Tomás Sevilla y calles cercanas.