El muelle pesquero que es construido en Jaramijó ya es utilizado por unos 40 pescadores artesanales, en el noroeste de Manta (Manabí).
José Mero Basurto es un ejemplo. Después de su faena de pesca que realiza a 50 minutos del perfil costero, se dirige al rompeolas del muelle. Este pescador utiliza ese sitio desde hace un mes, pues antes debía arrastrar su bongo (embarcación de madera de pesca artesanal) hacia la playa.
Los trabajos en el muelle están avanzados en un 62% y la obra es construida por la empresa Tunaserv, desde ocho meses. Fue contratada por la Subsecretaría de Recursos Pesqueros (SRP) y el Municipio local.
“Los aguajes son más fuertes cada mes, por eso solicitamos a los constructores y a los funcionarios de la Alcaldía que nos permitan ubicar las 300 embarcaciones entre naves nodrizas, lanchas de fibra de vidrio y bongos detrás del rompeolas”, comenta José Barrezueta pescador artesanal.
Este pescador comenta que hasta hace 35 días él y sus colegas tenían que remolcar las embarcaciones desde el playón de la bahía hacia las veredas, en las afueras de las casas. “La semana pasada olas de entre uno y dos metros golpeaban los bongos y las lanchas parecían barcos de papel. El oleaje mecía las embarcaciones fuertemente y la única salida era ir con las naves hacia el muelle”, asegura con preocupación Barrezueta.
El brazo principal del muelle, de 620 metros de longitud, está culminado. “En términos de ingeniería naval ya cumple su función: romper el oleaje y proteger todo lo que está detrás del muro de rocas de ocho metros de altura”, comenta Giovanni Delgado, superintendente de la obra.
Ahora, con el uso de la construcción, los pescadores fondean (ubican) sus embarcaciones con tranquilidad ya no tienen que ir hacia Manta y dejar sus pequeñas naves en la rada (zona de fondeo) del puerto manabita y sus equipos de trabajo están cerca de su casa. “Eso es gratificante, pues hacen uso de la obra que a pesar de no estar concluida ya es útil para ellos que habían mucho tiempo por este muelle”, acota Delgado.
Ángel Piloso, otro pescador del lugar, también está satisfecho. “Cuando ingresamos con las lanchas hacia el muelle es como si estuviésemos entrando al garaje que no teníamos en la casa”.
Piloso agrega que los tumbos de las olas son fuertes y recuerda que muchos de sus compañeros han perdido sus embarcaciones cuando el golpeteo de las olas llevaba las embarcaciones hacia un muro de rocas del malecón.