23 lojanos con discapacidad física optan por el taxismo

En el kartódromo municipal. Los socios de la compañía se reúnen último sábado de cada mes para jugar  básquet.

En el kartódromo municipal. Los socios de la compañía se reúnen último sábado de cada mes para jugar básquet.

Dejan sus sillas de ruedas temporalmente para conducir vehículos. Son 23 personas con discapacidad física, que accedieron a otra oportunidad de trabajo en los taxis ejecutivos de la capital lojana.

Consiguieron esta oportunidad cuando el Municipio de la ciudad les otorgó cupos para tener un taxi ejecutivo. Sus permisos son parte de los 456 que se han entregado en la ciudad desde el 2010. Ellos laboran en la compañía Discataxi.

Su dificultad o impedimento para caminar no les quitó la esperanza de contar con un puesto fijo de trabajo. Cuando recibieron la autorización, compraron vehículos y los adaptaron en aspectos mecánicos, para poder conducirlos.

En los autos colocaron un dispositivo que, está ubicado a lado izquierdo del conductor. Este se conecta con el freno, el acelerador y el embrague, para que puedan ser operados desde el volante. Es similar al manubrio de una bicicleta y es fácil de desmontar y de usar. Lo puede utilizar cualquier persona.

La idea de asociarse y solicitar permiso al Municipio surgió hace cinco años, cuando formaron un grupo para realizar actividades deportivas. Practican especialmente baloncesto y aún lo hacen, porque sienten necesidad de ejercitarse.

Hábilmente, ellos se ingenian para jugar en una cancha común, en sillas de ruedas no diseñadas para hacer deportes. Se reúnen en el norte de Loja. Pese al esfuerzo que requiere moverse a velocidad en la silla, ellos no se rinden.

El sábado, Iván Riofrío, observó el partido de baloncesto desde la banca. No pudo jugar porque su silla está dañada. Para este lojano de 33 años, la oportunidad que les brindó el Municipio para conducir un taxi es un incentivo y una muestra valoración en la sociedad.

Además, les permite brindar el servicio a personas que tienen limitaciones físicas. "Cuando tomamos la decisión de solicitar el permiso, todos coincidieron en la necesidad de entender a las personas con discapacidad física".

Según Riofrío, era un problema intentar abordar un taxi. "No nos llevaban. No tenían paciencia para parquearse y subirnos. Era frustrante, porque nosotros solicitábamos el servicio por necesidad y no por comodidad".

Antes de ser taxistas, se dedicaban a varias actividades. Eran comerciantes o pedían caridad en las iglesias, para solventar las necesidades económicas de sus familias. La mayoría vive en casa arrendada.

Wilfrido Cabrera vendía dulce de leche en la esquina de las calles 18 de Noviembre y José Antonio Eguiguren. Con su carisma lograba comercializar algunas tarrinas, pero cuando no tenía suerte, regresaba a su casa sin dinero.

Hace 18 años, Ángel Lozano, de 32 años, sufrió un accidente de tránsito y dejó de caminar. Está casado y tiene tres hijos. Renta un departamento pequeño, por el que paga USD 150 al mes. Vendía zapatos en la calle y a veces le daban caridad. Para él y Cabrera, la principal motivación son sus hijos. Por ellos vencen obstáculos.

Los 23 socios de Discataxi aún no han terminado de pagar sus unidades, que fueron financiadas para cinco años por una entidad bancaria. Ellos cancelan letras mensuales que bordean los USD 400, explica Alfonso Tapia, presidente de esta compañía.

Pese a sus limitaciones físicas sus jornadas de trabajo se extienden entre ocho y 10 horas, dependiendo de la situación económica de cada familia. 20 de los socios contratan un chofer para que el vehículo siga rodando el resto del día y así contar con más dinero para subsistir, pagar sus deudas y financiar sus gastos médicos.

Una de las preocupaciones de los socios es que en menos de dos años deberán renovar sus unidades. "Muchos aún tenemos la deuda y nos preocupa la situación", dice Tapia. Desde hace seis meses, ellos realizan gestiones para que la disposición de la Agencia Nacional de Tránsito de renovar unidades cada cinco años no se aplique con sus vehículos.

Pero otro de los pedidos es que se les permita tomar las carreras sin llamadas telefónicas, explica la socia María Hidalgo. "Muchos de mis compañeros tiene sonda y estar sentados mucho tiempo les provoca escaras (afecciones en la piel) y tener que tomar las carreras por llamadas no es conveniente".

Según Ana Ortiz, jefa de la Unidad Municipal de Tránsito, estas personas cumplieron con los requisitos estipulados en la ordenanza y recibieron los permisos. "Con este grupo no hubo excepciones y brindan un servicio de calidad, pese a sus limitaciones".

Punto de vista

Lorena Reinoso. Directora del Conadis en Loja

'Debemos ser incluyentes'

Las personas con capacidades especiales han demostrado su talento y cada día se esfuerzan por ser tratados de forma equitativa, accediendo a los mismos derechos de todos. En el caso del taxi ejecutivo, ha sido una lucha de todos, porque es una fuente de ingresos que les permite suplir gastos, como medicinas, para mantenerse estables en su salud y para su familia. Pero más allá de eso, esta oportunidad de trabajo es una valoración al ciudadano. Debemos seguir educando a la sociedad para que sea más incluyente, porque es vital que niños y jóvenes puedan tomar iniciativas de inclusión. Hay que considerar que una limitación física puede tocar a cualquiera, porque en la mayoría de casos no fue de nacimiento.

Otros detalles

Para adquirir los vehículos accedieron a préstamos con entidades financieras como el Banco de Loja y la Corporación Financiera Nacional.

Por su condición y ser parte de un grupo vulnerable se les devolvió el Impuesto al Valor Agregado (IVA), por su adquisición.

Cada taxista de esta compañía obtiene un promedio de USD 30 diarios, como ingreso. Esta cantidad se divide entre el pago por el automotor, la educación de los hijos, los medicamentos y el pago de arriendo.

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