La casa de Narcisa Vergara está al pie del cerro Cushcud en la parroquia Licán, en el sur de Riobamba. La vivienda de dos plantas se levanta a siete metros de la quebrada que rodea al barrio La Quinta.
Esta hondonada tiene tres metros de ancho y un metro y medio de profundidad. Se abrió durante la lluvia torrencial que cayó a las 15:00 del viernes 3 de mayo.
Esa tarde, Vergara sintió temor cuando la corriente de lodo y piedras arrastró todo a su paso: árboles, troncos, postes y el cerramiento de ladrillo de un terreno aledaño.
“El estruendo me paralizó de terror. Abracé a mis dos hijos y esperé adentro. Gracias a Dios no pasó nada, pero tengo miedo de que pueda ocurrir otra vez”, cuenta nerviosa esta mujer de 30 años.
El presidente del sector, Hernán Sánchez, asegura que 70 familias que habitan en ese barrio están en peligro. “Hace 10 años compramos lotes de 200 metros cuadrados. Costaron USD 3 500 cada uno. Donde se abrió la tierra estaba la vía de ingreso. Nos engañaron, porque rellenaron la quebrada sin construir un canal colector”.
Los moradores de La Quinta se dedican a la comercialización de caramelos, legumbres, hortalizas y la mayoría son choferes de taxis.
Según Sánchez, los terrenos fueron adquiridos con pagos mensuales. “Ahora no tenemos a donde ir, esperamos que alguien nos ayude con la construcción de un colector para evitar una tragedia”.
El martes pasado, a las 10:30, un grupo de técnicos del Municipio de Riobamba efectuó un recorrido por las zonas consideradas en peligro. Iniciaron en la quebrada Las Abras, ubicada en el nororiente del centro urbano. En ese lugar se levantan casas con diseños modernos. Pero es una zona peligrosa.
Según un estudio del Municipio, que se efectuó en octubre del año pasado se determinó que 6 250 familias viven en 28 asentamientos ilegales y mal planificados.
De estos, 11 se levantaron cerca de quebradas que fueron rellenadas sin un criterio técnico ni canales colectores para la recolección de las aguas lluvias.
No obstante, la investigación del Cabildo determina que en dos lugares el riesgo es mayor. Y allí viven 1 200 personas que deberían ser reubicadas a corto plazo.
“Irresponsablemente se rellenaron los cauces para atraer a los compradores y se vendieron los terrenos a bajo precio”, dice Mario Garzón, jefe de Avalúos y Catastros del Cabildo riobambeño.
Uno de esos lugares es Cushcud y el otro es La Florida III que está en las laderas del río Chibunga. En el Plan de Reordenamiento Territorial (2011) se recomendó la reubicación de los habitantes de ambos sectores. El recorrido de los técnicos continuó por el curso de la quebrada del cerro Cushcud. Cerca a la vía Panamericana, con dirección a Cuenca, se construyeron dos edificios de cinco plantas.
Gino Jarrín, jefe de la Unidad de Riesgos del Municipio, explicó que faltó más control para impedir este tipo de construcciones que no cuentan con planos aprobados. En las parroquias rurales no hay una ordenanza que regule este tipo de asentamientos. “La Comisaría de Construcciones solo se limita a citar a los dueños, porque las edificaciones están hechas”.
El barrio La Florida III está a 5 kilómetros de allí en dirección a Yaruquíes. En ese asentamiento viven 850 personas, la mayoría son migrantes indígenas. Se encuentra al filo de la quebrada, en las riberas del río Chibunga.
Según Jarrín, esa población está un sitio inestable. “La corriente del afluente choca en forma directa con las paredes y estas podrían socavarse y ocasionar un deslave”.
María Pangui es una de las vecinas del lugar. Llegó hace 17 años. Ella sabe que es un sitio peligroso, pero no puede irse.
Jarrín anticipa que “buscamos terrenos adecuados para reubicar a la gente que está en peligro en Cushcud y La Florida III, pero necesitamos apoyo del Gobierno”.