Los 70 empleados que trabajan en la fábrica Rolantex, ubicada en el centro de Ambato, caminan presurosos por los estrechos corredores de la empresa.
fakeFCKRemoveEn el edificio de cuatro pisos, construido hace seis años, no hay señalización vertical ni horizontal que ubique las rutas de evacuación, en caso de que se produzcan incendios o sismos.
La única puerta de ingreso a la fábrica permanece cerrada. Eso preocupa a Patricia Naranjo. Esta madre de dos hijos trabaja en la confección de ropa interior desde hace cinco años.
Ella no sabe qué hacer en caso de que ocurra un terremoto o un incendio. “Necesitamos capacitación, tengo miedo. La información nos ayudaría a organizar un plan de contingencia para aplicarlo aquí y en la casa”.
Naranjo es parte del área de costura. Allí, unas 40 mujeres permanecen sentadas cosiendo, mientras otras revisan que las prendas estén perfectas. A su lado está Paúl Rojas.
El joven, de 24 años, constantemente sube y baja las gradas del edificio. “Las noticias de los terremotos me tienen preocupado. No estamos preparados para enfrentar una catástrofe como la que ocurrió en Chile”.
Según Néstor Muñoz, director ejecutivo de la Cámara de la Pequeña Empresa de Tungurahua, de las 165 empresas afiliadas a la institución, ninguna cuenta con un plan de contingencia para actuar frente a un terremoto.
En la mayoría de microempresas solo hay extintores. Eso lo reconoce Ramiro López, gerente de Rolantex. Con ayuda de los bomberos, instaló en cada piso 10 extintores de incendios de 20 libras, en sitios estratégicos.
“Mis colaboradores saben qué hacer en caso de un incendio, pero no nos hemos capacitado para actuar en terremotos, sismos u otros fenómenos naturales. Tampoco se colocaron letreros que guíen hacia una zona segura”.
A cinco cuadras de allí, se levanta el edificio de la Cooperativa de Ahorro y Crédito Mushuc Runa. Son las 16:00 del miércoles pasado y más de 350 personas caminan por los amplios pasillos del edificio de siete pisos.
A lo largo de los corredores hay alarmas contra incendios y varios letreros luminosos que señalan la ruta de escape.
También hay extintores y una salida de evacuación. Pese a ello, Luis Alfonso Chango, gerente de la institución financiera, asegura que los 65 empleados y la gente que ingresa a realizar las transacciones económicas no están capacitados en el tema de prevención frente a terremotos.
Asegura que en 15 días empezarán los talleres de capacitación para el personal. También está prevista la colocación de carteles, en los cuales se explique qué hacer si hay un sismo.
“Es necesario que entremos a este proceso para salvaguardar la vida de todos quienes llegan hasta este edificio, que tiene estructura sismorresistente”.
A diario, más de 3 000 personas visitan la cooperativa. Uno de los clientes es Juan Veintimilla. Él se lamenta porque la información sobre terremotos, sismos e inundaciones es precaria. “Si deberían enseñarnos cómo proteger a nuestras familias”.
Nancy Quinatoa, empleada de la institución financiera, trabaja en el cuarto piso. “Miré en la televisión que para protegerse hay que formar con el cuerpo el triángulo de la vida. Un día lo intenté, pero no pude”.
Cuando estaba en el colegio, participó en un curso en la Unidad de Gestión de Riesgos. “Necesito actualizar esos conocimientos. Con más razón ahora que los terremotos están de moda”.
Carlos Sánchez, jefe del Cuerpo de Bomberos de Ambato, explica que el personal de la institución solo capacita a las empresas en cómo actuar en caso de incendios y no de terremotos.
Ambato es una de las ciudades del país más amenazadas por los sismos. La razón es que está cerca de la falla geológica de Pisayambo. En 1949, esta ciudad soportó un terremoto. Según los datos oficiales, murieron 6 000 personas.
Desde entonces, la ciudad no cuenta con un plan integral para afrontar los terremotos.