Ecuador, vulnerable a los aguajes

Redacciones Sociedad, Esmeraldas y Machala  

En 10 años, Irene Mite ha visto cómo el mar embravecido  alteró la línea costanera del sur de  Esmeraldas. Pero quizá lo peor que ha vivido esta mujer de 60 años fue cuando los aguajes le arrebataron su casa por dos ocasiones.

“Hace seis años mi esposo y yo teníamos una cabañita de madera y caña allá, a 300 metros”, dice señalando el océano. La tristeza se refleja en su rostro tostado por el sol cuando habla de los violentos embates del mar que   acortan la playa de la parroquia Camarones, en el cantón Esmeraldas.

Free de Koning y Carolina Zambrano, expertos de Conservación Internacional y del Ministerio del Ambiente (MAE), atribuyen ese comportamiento del mar a las  alteraciones provocadas por el cambio climático.

Hace tres años, construían una nueva vivienda de bloques, a 100 m  de donde estaba su primera casa. Pero igual el mar subió y se llevó todo lo que encontró a su paso. “Ahora vivimos en esta covachita”. Irene aún recuerda el último aguaje de octubre, cuando el mar estaba más enfurecido que de costumbre.

Los viejos habitantes de la isla Jambelí, El Oro, no recuerdan haber visto un fenómeno de devastadoras consecuencias, como el ocurrido el  15 de septiembre.

El primer aguaje de aquel mes fue el más fuerte del que los isleños recuerden; levantó olas de más de 4 metros que rompieron más de 1 500 metros del malecón y el mar le arrebató más de 50 metros de playa al área turística de la isla. “No recuerdo  que haya pasado algo así antes; el mar estaba muy furioso”, dice el isleño  Mario Cruz, de 79 años.

Testigo del vertiginoso crecimiento del balneario en las últimas dos décadas, Cruz recuerda que primero llegaron las camaroneras, “talaron el manglar y abrieron enormes piscinas. Luego llegó gente del continente y construyó casas y negocios cerquita de la playa”.

Los isleños aseguran que en los últimos años, el mar se ha llevado más de 100 metros de playa. “Si el mar sigue erosionando la playa, se unirá con el estero y la isla se dividirá en dos”, especula el comunero Antonio Cuenca.
 
A su vez, Federico Guerrero, uno de los 500 pescadores de   Camarones, asegura que   la temperatura del mar   ha subido y los peces se están alejando. Eso afecta a su sustento que depende de  la pesca y comercialización de mariscos (camarón, chame, dorado, bagre...). Aún más que la imagen de escombros de la playa  aleja  al turismo,  la segunda actividad productiva local. 

Pero los habitantes de Camarones no fueron  los únicos afectados. Los de San Francisco del Cabo y Daule, en el cantón Muisne, y Palestina y Rioverde, en el cantón del mismo nombre, también sufrieron el embate de los aguajes de octubre.

En el malecón de Rioverde, por ejemplo, se puede observar aún lo que fueron unas gradas de cemento y columnas de viviendas que quedaron  solo en escombros sobre la playa.

Mas ni los aguajes ni la destrucción que causan desalientan a Irene Mite a seguir  viviendo junto al mar, “porque así como quita también da”.

Riesgos de inundaciones y deslizamientos

Según el mapa de riesgos de Esmeraldas, los aguajes junto con las inundaciones y los deslaves son los mayores riesgos naturales de la provincia.

Juan Zambrano,  técnico de la Fundación de Defensa Ecológica de Muisne, asegura que los aguajes aumentan por la destrucción de los manglares. “Esta vegetación nativa sirve  de muro natural contra el oleaje fuerte y evita la erosión de la playa”.

Félix López, presidente del Colegio de Ingenieros Civiles de El Oro, sostiene  que si bien aún no  hay estudios en Jambelí, parece que  una combinación de fuertes oleajes y vientos erosiona más rápido a la playa.

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