José Avilés Recalde, catedrático universitario, realizó un viaje a Miami (Estados Unidos) por motivos de trabajo a inicios de mayo pasado, y en menos de dos semanas sufrió dos estafas electrónicas. Al retornar al Ecuador descubrió que su tarjeta de crédito había sido clonada en el exterior y que fueron cargadas compras que nunca había realizado.
En varios locales del centro comercial Target, en Miami, se habían realizado compras por USD 1 230. Asimismo, en una estación de combustible cercana al lugar se había cargado gasolina a un vehículo.
Avilés cuenta que informó del hecho al banco emisor de su tarjeta, señalando que previo a su viaje había notificado las fechas en que estaría fuera del país. Sin embargo, los consumos fraudulentos habían sido realizados justo un día después de su retorno, es decir, cuando ya estaba en el Ecuador.
Pero en menos de ocho días sufrió una nueva estafa, ya en territorio nacional. Dice que recibió una serie de correos provenientes supuestamente de su banco, indicándole que realizara un registro para el nuevo sistema de seguridad. Siguió los pasos del correo y recibió un supuesto código de seguridad en su celular, ingresó en los ‘links’ provenientes en esas notificaciones y en poco tiempo le llegó un nuevo mensaje en el que se especificaba que había transferido USD 1 923 a otro banco.
Inmediatamente llamó al banco y bloquearon sus cuentas, pero la transferencia ya se había realizado.
Las dos estafas sufridas por Avilés son parte de los miles de fraudes informáticos cometidos contra tarjetahabientes y cuentacorrentistas en el país.
Solo en el 2013 se registraron 2 070 denuncias de delitos informáticos, que incluyen clonación de tarjetas, estafas electrónicas, robos de identidades y de claves, entre otros casos, dice el Director de Tecnologías de la Información de la Fiscalía, Jorge San Luis.
En el Código Penal actual, que dejará de regir en agosto próximo, no estaban tipificados estos casos sino que eran sancionados bajo la figura de delito de apropiación ilícito.
San Luis explica que el delito informático nació a partir del uso más frecuente de transacciones monetarias a través de Internet y el avance de la tecnología en las tarjetas de crédito y en cajeros automáticos.
Por ello en el país solo se registran estadísticas de este tipo de delitos desde el 2009. El año que mayores delitos de este tipo se registraron fue el 2011, con 3 129 denuncias. Pero a partir de ese año se impulsaron fuertes campañas informativas de los bancos sobre este tipo de estafas, además que mejoraron sus sistemas de seguridad.
Producto de lo anterior, las denuncias se redujeron entre el 14% y 22% en los años siguientes. San Luis advierte que este tipo de delitos ya están notificados en el nuevo Código Integral Penal y que las penas van entre cinco a siete años de reclusión.
Para la clonación de tarjetas de crédito, el funcionario indica que los delincuentes usan un dispositivo llamado ‘skimming’. Este es básicamente un lector de bandas magnéticas que capta toda la información de una tarjeta cuando esta pasa sobre él, al igual que el Datafast.
Con esa información, los delincuentes pueden duplicar la tarjeta y empezar a realizar compras de manera ilícita.
Para esta época de vacaciones, cuando los tarjetahabientes planean realizar compras en el exterior, San Luis recomienda que la principal medida a considerar por el usuario es no perder nunca de vista su tarjeta y verificar que los cobros se realicen frente a él.
La Asociación de Bancos Privados recalca, además, que las entidades nunca piden claves ni información a sus clientes a través de correos electrónicos o llamadas. El gremio bancario destaca que para cualquier tipo de transacción, el usuario debe ingresar a las páginas web oficiales de cada entidad.
El presidente del Comité Ecuatoriano de Seguridad Bancaria, Santiago Rodríguez, también recomienda que los usuarios notifiquen a la operadora de la tarjeta de crédito las fechas de sus viajes, el lugar que visitará y los gastos aproximados que realizará para evitar cualquier fraude.
José Avilés, quien sufrió la clonación de su tarjeta, siguió este consejo y por ello el banco emisor no le cobrará los gastos que se realizaron en Miami sin su consentimiento. Sin embargo, aún espera una respuesta sobre el fraude electrónico que sufrió vía Internet. Lea a continuación importantes consejos para no caer en estas estafas.