Los cambios que se vienen en el Fondo Monetario Internacional (FMI) podrían ser una oportunidad para Ecuador en este año, que pinta económicamente complicado.
China, India y Rusia pronto podrán hablar en voz alta en el organismo, luego de que el Congreso de EE.UU. levantara el 21 de diciembre pasado definitivamente sus barreras a las reformas del FMI. Dichas modificaciones dan más peso a las potencias emergentes en el seno de ese organismo que atiende a las naciones en crisis.
Si bien las decisiones que se toman en el FMI consideran la participación accionaria, Víctor Hugo Albán, titular del Colegio de Economistas de Pichincha, cree que el cambio contribuirá a que esas decisiones sean más equitativas.
El experto es optimista de que el cambio pueda, además, llevar a ablandar los condicionamientos del FMI para otorgar préstamos y, así, abrir el camino para que Ecuador lo considere como una opción de financiamiento en el 2016.
En el 2007, el presidente Rafael Correa decidió liquidar sus deudas con el FMI, tras cuestionarlo por la aplicación de “recetas inapropiadas” para los países en desarrollo.
El Gobierno suspendió la revisión anual de la economía por parte del FMI hasta mediados del 2014, cuando se vio en la necesidad de retomar estas consultas para colocar bonos en el mercado internacional. Incluso en julio del año pasado, la revisión ya se hizo en Quito.
Aunque las relaciones con el FMI se retomaron, no han llegado hasta la solicitud de créditos. El exministro Fausto Ortiz cree que si bien un acercamiento en estos términos con el Fondo es políticamente difícil para el Gobierno, hay otras barreras más complejas.
Pese a que el Gobierno ha tenido una tensa relación con el FMI y el Banco Mundial (BM), en abril del 2014 Correa llegó a decir que si el BM concediera USD 5 000 millones en las mismas condiciones que unos 1 000 millones obtenidos ese año (30 años y 7,5% de interés), estaría dispuesto a sustituir “toda la deuda china”, cara y de corto plazo, por financiamiento de ese organismo.
A decir de Ortiz, las barreras tienen que ver más con la capacidad de Ecuador de cumplir los condicionamientos que exige el ente o que se comprometen a cumplir por sí solos los países miembros, algo que no cambiará con las últimas reformas aprobadas para el multilateral, consideró Ortiz.
Así, en octubre del 2015, el FMI animó al país a realizar más recortes en el gasto no prioritario para evitar la financiación a corto plazo del Banco Central del Ecuador (BCE).
No obstante, entre octubre y el 24 de diciembre del 2015, la deuda estatal con el BCE pasó de USD 797,7 millones a 1 222,5 millones, un aumento de 424,3 millones en apenas tres meses.
Eso muestra, según Ortiz, lo difícil que es para el Gobierno comprometerse a algo que le signifique cerrar fuentes de financiamiento sencillas y sin ninguna exigencia.
El Gobierno aclaró en varias ocasiones que no tiene interés en mantener ninguna relación con el FMI que involucre préstamos. Pero para Albán, un escenario complejo como el del 2016 podría obligar al país a buscar nuevos recursos, a largo plazo y tasas blandas.
Para el analista económico Ramiro Crespo, un préstamo del Fondo daría “credibilidad” al país entre los inversionistas, más si se busca -como se ha anunciado- colocar bonos de deuda externa en este año.
Además, un acuerdo con el FMI abre la puerta para más desembolsos de organismos multilaterales.
La reforma del FMI fue adoptada en 2010 por la comunidad internacional y, aunque debía implementarse dos años después, esto nunca ocurrió porque el Congreso de EE.UU. -el miembro con mayor derecho a voto del FMI- se rehusaba a aplicarla.Tras las reformas del FMI, que solo esperan la firma del Presidente de EE.UU., el multilateral apunta a duplicar a USD 660 000 millones su volumen de reservas para socorrer a países en crisis.