La fe en Cristo peregrinó por tres ciudades del Ecuador

La procesión de Cristo del Consuelo se realiza desde 1960 en Guayaquil. Ayer, por segundo año consecutivo, tuvo una nueva ruta de 25 cuadras, hasta el Monumento de la Fe. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO

La procesión de Cristo del Consuelo se realiza desde 1960 en Guayaquil. Ayer, por segundo año consecutivo, tuvo una nueva ruta de 25 cuadras, hasta el Monumento de la Fe. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO

La procesión de Cristo del Consuelo se realiza desde 1960 en Guayaquil. Ayer, por segundo año consecutivo, tuvo una nueva ruta de 25 cuadras, hasta el Monumento de la Fe. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO

Descalzos o de rodillas. Con pesadas cruces o rosarios en sus manos. Miles de fieles católicos siguieron con devoción al Cristo del Consuelo, que inundó de fe 25 cuadras del suburbio guayaquileño.

La tradicional procesión de Viernes Santo, que cumplió 58 años, duró cuatro horas. Partió a las 07:00 de este viernes, 30 de marzo del 2018, desde el templo de Lizardo García y la A, rumbo a la explanada del Monumento de la Fe, pasando el puente Pío López Lara.

En Santo Domingo, la procesión inició en el parque Joaquín Zaracay. Foto: Bolívar Velasco / EL COMERCIO

Óscar López atravesó sin calzado ese viaducto sobre el estero Salado. En sus brazos cargó una cruz y la imagen del Divino Niño. “Es el sacrificio que hago por mi familia y también por quienes no me aprecian tanto”, dijo sonriente.

Las manifestaciones de fe por la Semana Santa se repitieron en otras ciudades. En Santo Domingo de los Tsáchilas, cerca de 12 000 feligreses caminaron en un viacrucis que comenzó en la iglesia del parque central Joaquín Zaracay. Peregrinaron a lo largo de unas 10 cuadras hasta llegar al cerro El Bombolí.


Allí se representó el último episodio del camino al Calvario. El párroco Galo Robalino dijo que la fe se multiplicó, pues hubo un incremento de fieles católicos en comparación con años anteriores.

En Guayaquil se calcula que el Cristo del Consuelo congrega a unos 500 000 devotos. Al finalizar el recorrido, monseñor Luis Gerardo Cabrera, arzobispo de Guayaquil, hizo un llamado a los creyentes a acercarse más y conocer a Jesús.

“Cuando lo conocemos, recibimos el perdón. Y una vez que hemos sido perdonados por Dios será más fácil perdonar a los demás”, dijo en una corta reflexión que concluyó con el rezo del Padre Nuestro.

La imagen envuelta en rosas rojas avanzó entre los arcos de agua de las motobombas del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil. Más de 1 100 voluntarios, entre paramédicos, bomberos, policías y vigilantes, brindaron seguridad. Para muchos de ellos, este fue más que un simple operativo.

Decenas asistieron al viacrucis de la parroquia cuencana de Turi. Foto: Lineida castillo / EL COMERCIO

El mayor Luis Páez, jefe de la brigada 4 de los bomberos, colabora con la procesión desde hace 40 años. Más que un trabajo, dijo, es también un gesto de gratitud. “El Cristo nos ha ayudado en grandes incendios que se han reportado en este populoso sector”, recordó.

José Sánchez, de la Cruz Roja, no tuvo tiempo para detenerse y contemplar el paso de la imagen. Sin embargo, hizo lo que Jesús haría al ayudar a sus hermanos. “Hemos atendido a personas con problemas de hipertensión, desmayos y descompensación por diabetes”, contó mientras avanzaba a contracorriente por una marea de fe.

En Cuenca, una tradición centenaria se concentró en la parroquia Turi. A las 10:00 la procesión partió desde el sector de los Tres Puentes, por la vía que conduce al mirador de esta localidad, ubicada en la cima de una montaña.

Descalzo y con una cruz de madera de más de 200 libras sobre sus hombros, Marco Pintado recorrió las 14 estaciones. Como desde hace 11 años, y por herencia de su padre, él personificó a Jesús y le acompañaron más de 60 personajes vistiendo atuendos de soldados romanos, apóstoles, ladrones, sumos sacerdotes, judíos, mujeres piadosas.

Los devotos miraban con dolor cada una de las escenas y seguían con cantos y rezos las reflexiones del párroco de Turi, Vicenzo Amato. Tres horas después, el peregrinaje llegó hasta el teatro griego, en lo alto de la parroquia, donde se cumplió el acto de reflexión de las Siete Palabras de Jesús.

Las gotas de cera de las velas multicolores tiñeron el asfalto en el suburbio del Puerto Principal. Las oraciones fervientes se fundieron con los testimonios de milagros del Cristo del Consuelo: sanidades, familias fortalecidas, hijos que nacieron tras un intenso ruego…

Vanessa Cedeño recuerda que hace siete años comenzó su súplica y ayer caminó en gratitud por la promesa cumplida. “No podíamos tener hijos y el Cristo del Consuelo me dio mi milagro”, confesó. Desde hace cinco años acude a la peregrinación de la mano del pequeño

Suplementos digitales