Alberto Acosta Burneo, editor de Análisis Semanal. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
Debate
Así estamos
Ecuador sufre los efectos del exceso de gasto e inversión pública resultantes de una nociva combinación: una ideología que pregonaba que más Estado era mejor y una coyuntura de extraordinarios precios del petróleo. El gasto del sector público no financiero subió a niveles hasta entonces insospechados: pasando de 34,7% del PIB en 2010 a 43,9% en 2014. A pesar de los excelentes precios del crudo, el Gobierno acudió agresivamente al endeudamiento.
Esta política no podía continuar indefinidamente. Tarde o temprano el ajuste sería inevitable. El descenso en los precios del crudo en 2015 no fue la causa del necesario ajuste fiscal, sino tan solo su detonante. El Gobierno se resiste a esta realidad, e insiste en aplicar políticas que le permitan “ganar tiempo”, pero que no enfrentan el origen del problema: un Estado demasiado grande para nuestra economía. Las medidas de financiamiento “creativo” han creado canales de contagio del desequilibrio fiscal hacia el resto de sectores de la economía.
Las salidas
La economía requiere medidas urgentes para solucionar los problemas en tres áreas principales: fiscal, monetaria y productiva. En materia fiscal, el nivel de gasto debe reducirse a un nivel sostenible priorizando los recursos escasos en: salud, educación y seguridad. Pero incluso en estos sectores es necesaria una mayor participación privada para ampliar la cobertura. Urge un nuevo concepto de eficiencia en el uso de los recursos públicos: que el Estado invierta solo en aquellos sectores prioritarios en donde no existe interés privado. Las opciones riesgosas de financiamiento fiscal deben ser abandonadas: uso de reservas internacionales, pago con títulos del Banco Central sin respaldo líquido, inversiones del Banco del Pacífico en papeles del Gobierno, entre otros. En el corto plazo requeriremos un plan de financiamiento orquestado por organismos multilaterales, incluyendo al FMI, para reemplazar la deuda costosa por otra a mayor plazo y tasas más bajas. La sostenibilidad fiscal reducirá el nivel de riesgo país.
En materia monetaria, el drenaje de divisas se impedirá solamente con medidas que incrementen la confianza de los capitales. Esto incluye: eliminar el impuesto a la salida de divisas, priorizar la firma de acuerdos comerciales con los principales mercados y crear un ambiente de seguridad para la inversión nacional y extranjera. Aprovechemos las ventajas de ser una economía dolarizada y transformemos al país en un centro financiero para los capitales de la región.
El problema productivo nace en el acelerado incremento en los costos de producción provocado por la anacrónica sustitución de importaciones. Esta política creó mercados cautivos ineficientes con precios más elevados que los internacionales. La solución es eliminar todos los recargos a las importaciones de bienes de capital e insumos, reducir tributos y costos de servicios que restan competitividad a nuestra producción. Vía acuerdos comerciales se logrará reducir los aranceles que pagan nuestros productos para ingresar a los principales mercados. Para mejorar la productividad hay que crear un ambiente de seguridad jurídica que fomente la inversión. Solo un ajuste profundo permitirá retomar un ritmo de crecimiento sostenido y generar nuevamente empleo. Necesitamos un Estado eficiente al servicio de los ciudadanos, y no ciudadanos al servicio de un Estado obeso.