Los entrenadores firman sus contratos y también sus renuncias al mismo tiempo. Si ganan se quedan, pero si pierden se van’ Esa es la lógica que aún se mantiene en el país y en toda América. Dos años atrás parecía que en nuestro Campeonato se estaba superando ese estilo y ‘cultura’ con el ejemplo que había dado Rodrigo Paz, el hombre duro de Liga de Quito, al mantener en su momento en el puesto a Edgardo Bauza.
Hoy es todo lo contrario. Se mantiene la improvisación, el viejo estilo, el caudillismo, el criollismo de pretender conocer más que el mismo entrenador. Olmedo y Universidad Católica se quedaron sin técnico por los malos resultados. En ese orden, quienes dirigen esos equipos se equivocaron en los procedimientos de selección de las metodologías de trabajo para el torneo de este año. Es verdad que los técnicos son ‘hijos de los resultados’, un gastado aforismo futbolero que recorre de norte a sur el continente, pero también merecen más tiempo para determinar si se equivocaron o no. Botarlos a los cuatro o cinco partidos es muy apresurado. En esta época y en las anteriores, no debemos olvidar que los futbolistas forman grupos para echar a los entrenadores. Uno de los últimos ejemplos es lo ocurrido con Luis Fernando Suárez en la Selección.