Cuando estas líneas se escriben, todavía nadie sabe cómo acabará el gran drama sobre la línea fronteriza que separa a Honduras de la vecina Nicaragua.
Lo fluido del forcejeo entre Zelaya y Micheletti hace posible cualquier cambio de la situación y lleva el riesgo de que cualquier pronóstico sea rebasado por los acontecimientos, pero el simple y ordinario sentido común sugeriría que cada hora que pasa, por aquellos de los hechos consumados, milita a favor del gobierno de Micheletti instalado dentro del pequeño país centroamericano.
De ahí que con buen acierto, apenas posesionado Micheletti ante los organismos legales, se empeñara en designar a los miembros de su Gabinete, como esfuerzo para que de alguna manera reiniciare su funcionamiento la maquinaria de la administración estatal.
Pero -y aquí se manifiesta una sorpresa más entre las muchas del tenso drama- parece que el aspirante presidencial acertó con algunos nombramientos, y se equivocó del medio a la mitad con otros.
Así fue equivocadísimo el primer titular de la Cancillería, deslenguado e imprudente, a quien se le oyó decir algo así como: “Este negrito – por alusión al presidente de Estados Unidos, Barak Obama- creo que no sabe siquiera dónde está localizada Tegucigalpa”.
Y por si no fuera suficiente imprudencia, molesto el mismo Canciller por las gestiones del jefe del Gobierno español, se ha permitido hacer un juego de palabras con el viejo refrán y pedir que Rodríguez Zapatero se atuviera al conocido oficio: “¡Zapatero a tus zapatos!”. En cambio, la designación de Gabriela Núñez para ministra de Finanzas ha sido un completo acierto.
Como el dinero no avanza en la pro forma que Zelaya debió presentar hace 10 meses -menudo atraso- ha recortado el gasto público del Gobierno central en el 10% y el de los organismos descentralizados en el 20%.
Todavía más, la Ministra ha dispuesto que no se comprarán nuevos vehículos; que no se dilapidará más en combustibles; que deberán reducirse los viáticos, lo que quiere decir, los viajes hacia los cuatro puntos cardinales del planeta y, sobre todo, ha enfilado contra los gastos de la propaganda oficial. ¡Esa Ministra sí que defiende al pueblo para que no pague los platos rotos de los despilfarros oficiales!
En definitiva: una poda sin misericordia de todos los egresos que no sean indispensables, para la terminología de estos países los llamados egresos ‘corrientes’, con el ánimo de que la ciudadanía pueda seguir satisfaciendo hasta un nivel también corriente sus extremas necesidades, sin que las normas y regulaciones del Gobierno se levanten como el peor obstáculo respecto de este humilde y perfectamente legítimo anhelo de las multitudes ciudadanas.