En Don Juan, en la plaza principal, se abrieron grietas y el lugar se inundó. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
En Don Juan, poblado cercano a Jama, la noche del terremoto se abrieron unas grietas gigantes en la tierra y el agua subterránea inundó todo lo que había.
Janina Gracia, dueña de una de las 55 casas del Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi) en la zona, explicó que primero vino un sismo y luego el más fuerte. “Cogí a mis dos hijos y salimos. Mi casa se cuarteó”.
En el sitio hay unas diez casas caídas o seriamente afectadas. Los enseres están por todas partes.
A las 07:00 de este 18 de abril del 2016 la joven, de 23 años, recibió con alegría un póster de Jesús de la Divina Misericordia, que le entregó Gabriela Vargas, responsable de la Diócesis de Santo Domingo. “Vinimos a dar ayuda, pero también a sostener la fe. Es lo último que puede faltar”, dijo la voluntaria.
También recibió esta ayuda espiritual Alba Pita. Su padre Francisco Pita quedó aplastado en su vivienda. Resultó con politraumatismos y fue llevado a Santo Domingo. “Lo más triste es que toda su vida esperó por tener su casa de cemento. Hace siete días lo logró y ahora todo está en ruinas. Tiene 91 años”, dijo Alba.
Mientras otro ciudadano contaba que las personas que estaban en la playa al momento del terremoto salieron volando por la fuerza. Quedaron sin poder ni siquiera levantarse.
En cambio Manuel Coque, pescador de 50 años, indicó que estaba en el mar al momento del sismo. Contó que las aguas se movían fuerte y que salían burbujas grandes.
Las personas vuelven a recordar y lloran. Francisca Castañeda contó que apenas si tienen agua y víveres y que entre los vecinos se ayudan.
Una de ellas es Daris Castañeda, quien levanta emocionada una imagen de la Virgen. “Fue lo único que no se destruyó”. Ahora sus cuatro hijos no quieren despegarse de la imagen, que dicen es su protectora.