La vida se detuvo el 26 de septiembre para ‘doña Maga’, cuando desapareció su hijo mayor, Miguel Ángel Mendoza. El joven es uno de los 43 estudiantes de la escuela Normal Rural ‘Raúl Isidro Burgos’ de Ayotzinapa que desaparecieron en el sureste mexicano.
“Doña Maga no comía, ni salía, está desesperada, ha bajado mucho de peso, no sabemos qué hacer”, dice Reyna Chocolate, una vecina.
Este domingo 12 de octubre del 2014, habitantes de Apango, cabecera municipal de Mártir de Cuilapan, población náhuatl ubicada a 40 kilómetros al este de Chilpancingo, la capital del estado de Guerrero, se manifestaron en las calles para exigir la aparición con vida de su hijo.
‘Doña Maga’, como la conocen sus vecinos y cuyo nombre es Margarita Zacarías Rodríguez, encabezó la marcha, junto al padre de su hijo, Estanislao Mendoza, y dos hermanos menores.
Atrás iba un grupo numeroso de amigos y familiares de Miguel Ángel con pancartas: “Miguel, Apango te espera”, “Vivos se los llevaron, vivos lo queremos”, citaban algunas pancartas y lonas donde se mostraba el rostro alegre del joven.
Paralelamente, miles de personas encabezaron también una manifestación en Chilpancingo, capital del estado de Guerrero, para exigir el regreso con vida de los 43 estudiantes.
“Le pedimos a Dios que los señores que tengan detenido a mi hijo lo suelten, que se compadezcan de una madre enferma y pobre”, exclamó Margarita. “Es un joven que tenía interés de estudiar, que no le hace mal a nadie, y liberen a todos los demás jóvenes”, se escuchó entre los conocidos de la familia. En la calle Altamirano, de la comunidad de Apango, todavía están sus cosas.
Miguel Ángel, de 33 años, soltero, había acondicionado desde hace cuatro años en su casa una peluquería muy especial.
La había pintado con un toque singular, con colores neón e imágenes surrealistas, que mostraban, según sus amigos, su forma de ser alegre.
“Había entrado grande (de mayor edad que la mayoría de los estudiantes) al ‘Ayotzi’, porque se fue muchos años al ‘norte’ (a Estados Unidos a trabajar). Hace cuatro años regresó. Estudió en otras escuelas, pero no se había identificado con ninguna. Estudió en la escuela de Antropología de la UAG (Universidad Autónoma de Guadalajara), pero no le gustó.
También estuvo en el movimiento por crear una universidad aquí en Apango y finalmente quiso entrar al Ayotzi”, recordó Miguel, un amigo del normalista.
En la Normal de Ayotzinapa sus compañeros de escuela señalan que en el primer ataque de los policías municipales algunos corrieron al monte y ya no se los volvió a encontrar.
Uno de ellos era Miguel Ángel, quien pese a que sufre una limitación física huyó de las balas, pero fue aprehendido poco después. Miguel Ángel tiene en el fémur una varilla con tornillos de 25 centímetros que le colocaron tras sufrir una fractura hace años al caer de una máquina retroexcavadora, lo que le impide caminar distancias prolongadas.
‘Doña Maga’, como la conocen en el pueblo, vende atole a la puerta de su casa, una bebida tradicional que se hace con frutas de conserva. El padre de Miguel Ángel, Estanislao, es campesino y sus dos hermanos menores, casados, son albañiles y se dedican a la construcción.
Después de la marcha, los pobladores realizaron un mitin en la cancha de la localidad y anunciaron medidas de presión para los próximos días si no aparecen los jóvenes normalistas desaparecidos desde el 26 de septiembre en Iguala. “Creo que mi hijo está con vida y aquí lo estaré esperando”, declaró Margarita Zacarías, que al igual que 42 madres de los jóvenes siguen en la Normal ‘Raúl Isidro Burgos’ de Ayotzinapa en espera de noticias de sus hijos.
De acuerdo con las investigaciones, agentes municipales, aliados con el cártel de los Guerreros Unidos, estuvieron supuestamente involucrados en la desaparición y asesinato de los jóvenes la noche del 26 de septiembre en la ciudad de Iguala, en el estado de Guerrero, a unos 200 kilómetros al sur de Ciudad de México. Los agentes de la policía municipal y supuestos sicarios ligados al crimen organizado habrían atacado a los estudiantes con armas de fuego de grueso calibre, dejando un saldo de seis personas muertas, 14 estudiantes heridos y 43 desaparecidos.