La población del Ecuador es muy diversa y ocupa un territorio también diverso, que se encuentra, como sabemos, en el centro del planeta, en plena zona tórrida.
La Costa, tanto la ribereña del océano Pacífico como la interior, es cálida, pero al mismo tiempo es muy rica y productiva. Los Andes configuran la Sierra, las tierras altas que albergan valles fértiles de clima templado, al pie de imponentes montañas y volcanes de clima frío. El “Oriente”, como llamamos los ecuatorianos a nuestra Amazonia, ocupa una proporción más bien pequeña de la hoya amazónica, pero contiene más del 50% de toda su variedad y riqueza ecológica. Y nuestra Región Insular o Galápagos es uno de los lugares de mayor importancia biológica y ambiental en el mundo, por el valor de las especies que se han desarrollado en el archipiélago.
A la gran diversidad humana del Ecuador se junta la gran variedad de climas, espacios geográficos y realidades ambientales. Esta no es solo una singularidad del país, sino también la base de la gestación de identidades regionales. En las realidades geográficas y poblacionales diversas se han ido consolidando a lo largo de nuestra historia, entidades regionales con perfiles culturales y políticos propios.
Pero el término “región” y las realidades regionales tienen diversos sentidos en su uso. Lo más común es referirnos a las “regiones naturales” configuradas por la geografía: Costa, Sierra, Oriente y Galápagos. Pero, sobre todo en el análisis histórico, encontramos las regiones que se articularon alrededor de Quito, Cuenca y Guayaquil, que han tenido elementos de continuidad y discontinuidad en el tiempo. La historia ha gestado regiones determinadas por caracteres definidos en la política, la cultura y la articulación económica. Se las ha denominado Sierra Centro, Norte, Sierra Sur y Costa.
Pero en el Ecuador también se han configurado unidades regionales más delimitadas. Algunas de ellas coinciden con las circunscripciones de la división política, como Manabí, Loja o Carchi. Otras corresponden a espacios geográficos más amplios, aunque mucho más indefinidos, como lo que se llama “Centro“’” o “Austro”.
La palabra “región” no significa lo mismo en todos los casos. Denota identidades distintas. Manabí, por ejemplo, es una parte de la Costa, pero al mismo tiempo puede considerarse una región en sí misma. Se usa con frecuencia el término “Región Amazónica” para referirse al conjunto de las provincias orientales. Pero también son regiones los espacios horizontales, en las que provincias amazónicas están articuladas. Ese es el caso de Morona Santiago junto con Cañar y Azuay.
Ecuador es un país fuertemente regionalizado y centralizado. Las regiones abarcan dentro de sí muchos elementos de diversidad. Esa es parte de su identidad.