Las distorsiones de las tarifas

En Santo Domingo de los Tsáchilas se volvió caro viajar en taxi. Los usuarios se niegan a pagar la nueva tarifa, y muchos taxistas rebajan el valor y prometen no utilizar el taxímetro para no perder a sus clientes.

Esta situación ocurre desde enero. El arranque de la carrera subió de USD 0,35 a 0,50 para el día y 0,65 para la noche. Por ejemplo, un viaje en taxi de cuatro kilómetros puede llegar a costar USD 4 en el día y 5 en la noche; antes valía 3.

La nueva tarifa fue aprobada por el Municipio por la presión de los choferes para que se revisaran los pasajes, tanto de taxis como de buses, luego de que el Gobierno delegara esa tarea a los ayuntamientos, cuando se acabaron los subsidios a los transportistas.

Desde entonces, cada Municipio ha hecho lo que ha podido, se ha apoyado en estudios técnicos o en cálculos políticos para no salir perjudicado por la fijación de los nuevos pasajes. Por ejemplo, el Alcalde de Quito decidió no subir la tarifa, pero sí continuar con el pago del subsidio que heredó del Gobierno.

Otro mecanismo implementó el Municipio de Manta. Subió los pasajes a USD 0,30 en vez de destinar recursos para el subsidio.
En esa misma línea va su similar de Santo Domingo. Se estudia la posibilidad de aumentar provisionalmente el pasaje a USD 0,30, como medida de compensación por el subsidio gubernamental hasta tener un estudio técnico que determine el valor real.

En ambos casos, ninguno tiene recursos para destinar a los subsidios y la única forma que encontraron fue endosar el costo a los ciudadanos.

Seguramente, muchos alcaldes se acogerán a esos mecanismos. No es culpa de ellos, porque la distorsión nació cuando se creó el subsidio a los transportistas. Luego, el Gobierno les entregó esa responsabilidad a rajatabla sin haber encontrado una salida conjunta para evitar que haya esas diferencias entre un ecuatoriano que no pagará más de USD 0,25 y los demás ecuatorianos que sí tendrán que gastar 0,30 o más.

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