Poca difusión de la consulta popular en la zona rural

Segundo Iza mira en el vidrio de una tienda, propaganda por el sí en la comunidad de Planchaloma, en Cotopaxi. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

Segundo Iza mira en el vidrio de una tienda, propaganda por el sí en la comunidad de Planchaloma, en Cotopaxi. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

Segundo Iza mira en el vidrio de una tienda, propaganda por el sí en la comunidad de Planchaloma, en Cotopaxi. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

Cada tres días, Rosa Viracocha y Ofelia Molina caminan 20 minutos desde su casa, en San José de Toacazo (en la provincia de Cotopaxi), hasta la vía principal que lleva a Sigchos, para comprar leche.

Al pie de la carretera hay una construcción de cemento con techo de tejas. Mide unos cuatro metros cuadrados; está deshabitada. El lunes pasado, en una de las paredes apareció una leyenda pintada promocionando el no en la consulta.

Ese día,Viracocha y Molina se enteraron de que en el país se organiza un proceso electoral. Ellas consultaron al vendedor de leche sobre el significado de esa leyenda y él se encargó de informales que la consulta se desarrollará el 4 de febrero. Las mujeres compartieron la noticia con los otros 28 habitantes de la comunidad, quienes aún no saben qué se preguntará en la consulta.

Hasta el miércoles último, ninguna organización política, social o gubernamental les había hablado de la consulta. En esa comunidad de la Sierra -rodeada de sembríos de papa y cebada, a 3 200 metros sobre el nivel del mar- no hay señal de Internet, televisión ni radio.

Nadie pidió autorización para pintar la fachada de la construcción de cemento. A Viracocha, de 27 años, le molestó.

Por ahora dice que votará por el no en la consulta. No tiene un razón en especial. En la última elección para Presidente no apoyó a Lenín Moreno y hará lo mismo el 4 de febrero.

En Planchaloma, otra población de Cotopaxi, en cambio, se pintaron paredes con mensajes por el sí. En el micromercado La Merced se puso un afiche que se asemeja a la papeleta electoral de las siete preguntas. Pero los casilleros ya están marcados. Todos por el sí. El miércoles, Segundo Iza, de 52 años, se detuvo a leer ese afiche.

No es un documento oficial del Consejo Nacional Electoral (CNE); sin embargo, tiene el logo de la institución. Por eso hay gente que cree que esa forma de votar es la correcta. “Nosotros no sabemos de la consulta, pero ahí dice sí, porque eso ha de ser lo bueno”.

La campaña electoral a favor del Gobierno, en las parroquias rurales, la coordinan los tenientes políticos, que son autoridades desconcentradas del Ejecutivo. En sus despachos guardan los insumos promocionales. El espacio también es utilizado para reunirse y conformar brigadas de campaña.

Un equipo se activó el jueves pasado en Olmedo, parroquia rural del norte de Pichincha. Con una escalera, alambre y banderas por el sí recorrieron las calles adoquinadas.

A la cabeza iba Mery Amaguaña, teniente política. Ella explica que en los recorridos diarios por las comunidades de Pesillo, La Chimba y Ayora se trata de explicar el contenido de las preguntas a la gente. Pero es complicado. Hay quienes no saben leer ni escribir.

Mario Andino, alcalde del cantón Sigchos (Cotopaxi), explica que parte de la estrategia de promoción para evitar confundir a la gente es pedirle el voto en plancha. Por el sí o por el no, según la afinidad.

Él pertenece a Pachakutik y votará a favor de las preguntas.

Según el último padrón electoral, utilizado para las elecciones del 2017, existen unos 2,8 millones de votantes en las zonas rurales. Esto representa al menos el 22,6% del total de los electores (ver mapa adjunto).

En Imbabura, en comunidades alejadas del norte del país, las autoridades locales convocan a reuniones para difundir los contenidos. Pero la consulta, reconoce Hernán Sandoval, presidente de la Junta Parroquial de Angochagua, no ha despertado mayor interés.

Las campañas anteriores y los ofrecimientos que no se cumplieron -agrega- han hecho que la gente rechace los asuntos políticos. María Cañas vive en esta comunidad imbabureña. Ella asegura que irá a votar solo porque necesita el certificado para completar la inscripción de una escritura.

La encuestadora Cedatos preguntó a 1 862 personas, en 15 ciudades, sobre el contenido de las preguntas. El 24,9% de las personas dijo no conocerlo. El mayor índice está en la Costa (29,6%).

En el recinto Las Cañas, en Lomas de Sargentillo (Guayas), por ejemplo Jessica Jiménez, madre de 5 hijos, aseguró que votará por el sí en las siete preguntas. Ella cree que con ese apoyo al Gobierno, se concretará el aumento del Bono de Desarrollo Humano por hijos.

Jiménez es parte del pueblo montuvio. El miércoles 17, los habitantes del recinto se reu­nieron para compartir un asado por el fin de la temporada de recolección de mangos y el espacio sirvió para comentar sobre el proceso eleccionario.

Dioselina Mora, de 66 años, era una de las más preocupadas. Contó que en su iglesia se cree que votar por el sí traerá como consecuencia el cierre de las iglesias evangélicas, a las que asiste con sus familias.

“Estamos preocupados con los hermanos, porque no queremos que nos cierren las iglesias, sabemos que debemos votar por el no en tres preguntas para evitarlo. Pero no sé bien cuáles son”.

En contexto

Hoy se cumplen 19 días de la campaña de la consulta popular. Los partidos y movimientos sociales tienen hasta el 1 de febrero para promocionar sus opciones. Hasta ahora, las actividades se han concentrado más en el área urbana.

Suplementos digitales