Pablo F. Araujo Ribadeneira
El 20 de enero, EL COMERCIO bajo el título ‘La deuda de Filanbanco llega a USD 777,8 millones’, en un recuadro y en forma detallada desglosa la deuda de los ex accionistas
de Filanbanco, en el que se incluye el capital adeudado más los intereses que, según la AGD están debiendo al Estado los señores Isaías, ex propietarios del Filanbanco.
En este de detalle para llegar al total de 777,8 millones de dólares adeudados al Ecuador por la quiebra de Filanbanco por parte de los señores Isaías, prófugos en Miami, la AGD resta del total de la deuda el valor de 127,3 millones de dólares bajo el concepto de ‘Menos provisiones de cuentas por cobrar’, lo que resulta ilegal, antitécnico e irracional, que desconoce totalmente la razón de ser de las provisiones establecidas en la Ley General de Instituciones del Sistema Financiero, haciéndolos a los señores Isaías beneficiarios, sin dictamen de la Justicia y sin merecerla, de un regalo o vuelto que no tiene razón de ser.
Según la Ley bancaria, el rubro provisiones se efectúa luego de realizar la calificación de riesgo de la cartera y otras deudas de los deudores del banco, con la finalidad de establecer reservas en el evento de que un deudor no pueda pagar sus obligaciones o préstamos y que la institución financiera o banco no sufra contratiempos en su estabilidad financiera.
Provisiones o reservas que se las hace con cargo al estado de pérdidas y ganancias del banco, produciéndose una disminución en su rentabilidad.
Resulta inimaginable, irracional, que en la AGD y en la Superintendencia de Bancos haya habido personas con criterios tan disparatados, alejados de las normas legales y reglamentarias y de un sano manejo empresarial, que al Administrador Temporal o al liquidador del Filanbanco les hayan permitido realizar provisiones para castigar la cartera de crédito de los señores Isaías, dueños del Filanbanco, quienes por su responsabilidad de haber sido los administradores de Filanbanco son responsables por la cartera de ellos y de la que otorgaron sin cumplir con la prudencia financiera que aconseja el sentido común para manejar los dineros depositados por el público y de los recursos del Estado entregados por el Banco Central del Ecuador.
Con este criterio y en corto tiempo hubieran seguido constituyendo provisiones o reservas hasta que estas cubran en su totalidad la deuda de los señores Isaías, con lo cual no estarían debiendo absolutamente ni un mísero centavo ni al Estado ni a sus depositantes.
Si realmente existe honestidad en este Gobierno, que lo dudo, donde se aprecia excesiva mediocridad en sus funcionarios que están en la Junta Bancaria y en la Superintendencia de Bancos, que jamás debieron aceptar esta liquidación, deberían corregir el valor total de la deuda de los señores Isaías que EL COMERCIO ha publicado, añadiendo además el valor de los intereses que los ecuatorianos deben percibir por el dinero que ahorraron y depositaron en el Filanbanco y que no les han sido liquidados ni devueltos, siendo ese conglomerado el que deba asumir esa pérdida.
La libertad de prensa, la libertad de expresión, la libertad de pensamiento jamás podrán ser conculcadas.
De otra manera, hechos como este no podrán ser conocidos por los ecuatorianos.
¡Viva la libertad de expresión! ¡Abajo el autoritarismo¡ ¡Abajo los vivarachos! ¡Abajo los corruptos!