Apenas se las distinguía. Eran pequeñas dosis de marihuana envueltas en hojas de cuaderno. El sospechoso camuflaba la droga entre frutas que comerciaba dentro de un colegio ubicado en el norte de Esmeraldas.
Los alumnos de entre 14 y 16 años eran los principales consumidores. Por cada sobre de esa sustancia pagaban USD 1.
Las denuncias de otros estudiantes alertaron a las autoridades del plantel y echaron al falso comerciante. Vivía en una habitación contigua al colegio.
El mismo narcótico consumían jóvenes de un centro de estudios del norte de Quito. Agentes antidrogas detectaron que un empleado del plantel distribuía las dosis de cannabis.
El sospechoso portaba 1,72 gramos de esa sustancia y una lista con los nombres de chicos a los que entregaba los sobres.
En la Policía saben que detrás del fenómeno del microtráfico hay ‘poderosas mafias’ que reclutan a estudiantes, empleados de los centros educativos o a vendedores ambulantes.
En mayo, en un operativo contra el microtráfico, los investigadores confiscaron marihuana a dos chicos que estudiaban en un colegio ubicado en Tumbaco (Quito). Los alumnos se encargaban de la venta dentro de la institución.
Aunque también hay organizaciones que operan en los exteriores de los planteles. Son grupos de entre tres y cuatro integrantes. Merodean los colegios, buscan a los jóvenes y ofrecen abiertamente la droga.
En los últimos seis meses, Inteligencia policial capturó a
4 341 personas en los exteriores de colegios y escuelas del país con dosis de narcóticos.
En ese mismo período, los agentes identificaron 159 estudiantes que portaban drogas. La Policía consideró que eran víctimas de las mafias.
La pasta base (desecho de la cocaína), la marihuana, la heroína y el clorhidrato de cocaína son las sustancias que más consumen los jóvenes en Ecuador, según datos oficiales.
Entre enero y agosto, Antinarcóticos confiscó 57 toneladas de esas drogas (ver info).
En los operativos, los agentes han descubierto que los expendedores utilizan la fachada de vendedores ambulantes para distribuir los alcaloides.
Eso llevó a registrar e identificar a los comerciantes que trabajan afuera de los planteles. La Policía entregó credenciales y chalecos que los acredita como “vendedores seguros”.
Incluso, las autoridades instalaron cámaras para identificar a los microtraficantes. Actualmente, 2 700 equipos de videovigilancia operan a escala nacional. 128 graban lo que ocurre en colegios ‘emblemáticos’ de Quito y Guayaquil.
Esas estrategias provocaron una reacción: las redes del microtráfico se cuidan más. Ya no se ubican en los centros educativos. Ahora se desplazan hasta puntos estratégicos que coordinan previamente con los jóvenes. Incluso los contactos se los hacen vía telefónica.
Pese a las nuevas modalidades de las mafias, el consumo de drogas en los planteles del país es una preocupación latente entre profesores y padres.
Luisa, por ejemplo, intenta sacar de la adicción a su hijo de 15 años. Ha hablado con él, pero no ha logrado saber dónde consigue las dosis de drogas.
Marco es un adolescente que consume marihuana. El chico admite que ya no compra la sustancia afuera de su colegio. Ahora lo hace en los barrios. En un breve cruce de manos, que simula un saludo, los traficantes entregan la dosis y él el dinero. Lo hacen tan rápido que personas que caminan por la zona ni cuenta se dan.
Marco gasta USD 10 semanales en sus dosis de marihuana. Los sobres los comparte con dos amigos con los que consume en las aulas vacías de su colegio. “No soy el único. Lo hacemos muchos jóvenes”.
Leví N., inspector de un colegio del centro de Esmeraldas, revela que estudiantes intentaron agredir a profesores cuando los descubrieron consumiendo droga en el baño.
Pero la Policía no puede ingresar aleatoriamente a los colegios. Las requisas a los estudiantes se desarrollan solo cuando las autoridades de los planteles las solicitan.
En contexto
El lunes, en la posesión del nuevo comandante de la Policía, se anunció que habrá una nueva estrategia para mitigar el microtráfico. El 85% de agentes que operan en unidades antidrogas ahora se dedican exclusivamente a identificar ese delito. Y el 15% al narcotráfico.