Si la ceniza llega a ingresar a las turbinas de un avión, podría causar una abrasión en las etapas de compresión del motor y provocar daños en el parabrisas, alas y fuselaje de la aeronave. Marcial Proaño, técnico en mantenimiento de aviones, explica que uno de los mayores problemas de la ceniza es que cuando ya está disipada, el radar del avión no la detecta, por lo que la presencia de esta en las rutas aéreas, debe ser informada a tiempo, desde tierra.
El proceso eruptivo del volcán Cotopaxi, afectó los vuelos en Quito, principalmente, los que tenían como destino Guayaquil, Latacunga y Manta. Debido a la presencia de ceniza, un vuelo Quito – Guayaquil, que usualmente toma 35 o 40 minutos, se estaba realizando hasta en una hora y cuarto, lo que generaba mayores costos para la compañía y molestias para el pasajero.
Un piloto privado, que pidió no ser citado, contó que incluso los vuelos internacionales que se aproximaban a la capital por ese flanco se veían afectados. Explicó, que en la aviación se depende mucho de la dirección del viento, en este caso, para ver hacia dónde llevaba la ceniza. En el territorio, predomina el viento hacia el whisky (hacia Guayaquil), por lo que, incluso, hubo restricciones en vuelos hacia Manta.
“Para ir a Guayaquil, debía desviarse y pasar por Macas, Pastaza y aproximarse por Cuenca. Para ir a Manta, se debía desviar a Esmeraldas, para entrar por la costa. En aviación, el tener el avión en el aire dos o cinco minutos genera costos adicionales”, aseguró.
Más aún cuando la mayoría de aerolíneas que ofrecen sus servicios en Quito, tienen ocho vuelos diarios solo a Guayaquil.
Para evitar ese tipo de inconvenientes, la Dirección General de Aviación Civil del país (DGAC) implementó, una nueva aerovía denominada W23/UW23´. La vía aérea, que empezó a operar desde el martes 1 de septiembre del 2015, será temporal y servirá para optimizar los tiempos de vuelo de los aviones que operan en el espacio aéreo ecuatoriano y que se han visto afectadas por el proceso eruptivo del Cotopaxi.
Lo que hace la nueva ruta es evitar que los aviones vuelen cerca del volcán y sus alrededores, en la Sierra centro del país. Según un comunicado de la DGAC, el incremento de la actividad del volcán obligó a las compañías aéreas a utilizar rutas alternativas para evitar la nube de ceniza volcánica, lo que tuvo un impacto en la operación aérea. Principalmente afectó tres aspectos: significó un notable incremento de los tiempos de vuelo, mayor consumo de combustible y emisión de gases a la atmósfera.
En ese escenario, la DGAC llegó a un acuerdo con la Fuerza Aérea Ecuatoriana para que los vuelos comerciales puedan utilizar una parte de la zona aérea de uso exclusivo militar denominado SER-2. El uso será únicamente temporal.
Una vez llevado a cabo ese diálogo, la Dirección de Navegación Aérea de la DGAC realizó varios análisis para la implementación de la nueva aerovía y sus correspondientes zonas de protección.
La nueva ruta aérea que cruza la zona militar, permite a las aeronaves nacionales e internacionales acortar y optimizar sus tiempos de vuelo sin verse afectadas por la emisión de la ceniza del Cotopaxi.
La medida se tomó con el fin de precautelar la seguridad de las aeronaves y sus pasajeros. La aerovía podrá ser utilizada mientras dure la afectación por ceniza volcánica en la red de rutas aéreas del país.