DESPUÉS DE LA CONSULTA

La polarización del proceso electoral reciente y los primeros resultados extraoficiales de la consulta dejan una sensación preocupante: un país dividido, sin diálogo social ni político y con una factura social pendiente, sobre todo en materia de seguridad.

Una primera reflexión surge del uso y abuso del aparato público y la propaganda oficial que debió estar vedada. Además de la clara ventaja del sujeto político proponente, que en muchas de las horas que debieron ser usadas en tareas de gobierno se empleó a fondo en la agenda de campaña.

Un tema que muestra una sociedad poco madura en materia democrática es la nula y tibia acción de las autoridades de control electoral, que no procuraron una campaña equitativa ni se mostraron como jueces imparciales, lo que perjudica el ejercicio limpio del sufragio como instrumento de la voluntad popular de los electores.

Si antes fue un texto constitucional largo y que pocos leyeron, ayer la presentación de una papeleta con 10 preguntas de compleja redacción anuló la discrecionalidad y tornó la consulta en plebiscito sobre la acción de Gobierno, acaso el fin último oculto propuesto como mecanismo de legitimación por el proyecto caudillista que domina al Ecuador. Pero el Presidente puede estar preocupado leyendo datos, comparándolos con las elecciones presidenciales de hace dos años y proyectando sus eventuales nuevos procesos como la muerte cruzada y aun una nueva presidencial en el 2013.

Ahora ya no quedan pretextos para que el Ejecutivo, con poderes concentrados, trabaje a fondo por la seguridad ciudadana, por la generación de empleo, por la producción y la inversión. Temas difíciles con un país que el Régimen se ha encargado de polarizar.

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