Desperdicio del agua se mantiene pese a los controles

Un grupo de compañeras se reunió el viernes pasado para jugar carnaval, en El Recreo. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

Un grupo de compañeras se reunió el viernes pasado para jugar carnaval, en El Recreo. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

Un grupo de compañeras se reunió el viernes pasado para jugar carnaval, en El Recreo. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

Mantenerse seco en temporada de Carnaval todavía es imposible, en Quito. En estos días, grupos de amigos, compañeros o familias se reúnen en plazas, piletas, aceras, terrazas, patios u otros espacios para mojarse entre sí.

Sin importar si hace frío o calor, algunas personas aficionadas al juego usan agua potable en baldes, tazones, pistolas de agua o mangueras para empapar a sus “contrincantes”. 
Para Andrés Acosta, morador de Edén del Valle, este tipo de festejo que incluye agua es una tradición familiar. Por eso, últimamente, cada Carnaval se reúnen alrededor de 18 personas en una casa para jugar hasta que todos queden empapados.

En este año, la cita será en el valle de Los Chillos. 
Antes, comentó, jugaban en las calles. Pero debido a las restricciones cambiaron el lugar de encuentro. “Es un momento de reunión familiar. Pasamos bien, sin agresiones”.
 La facturación que viene después, por el alto consumo de agua que deja el carnaval, no representa para Acosta una preocupación mayor.

De su experiencia, sabe que la planilla pasará de USD 6, que paga regularmente, a unos 10. 
A Luis Ortega, morador de Chillogallo, tampoco le preocupa si se desperdicia el agua potable jugando carnaval. 
Lo importante para Ortega es pasar bien con sus amigos y familiares. Ellos celebran esta fecha mojándose con agua, y a veces, incorporan huevos, harinas, gelatina... Vale todo.


En los espacios públicos como La Alameda, El Ejido, el bulevar de las Naciones Unidas, entre otros, se aplica el mismo principio. Los jóvenes ocupan el agua de las lagunas o piletas. Otros, en cambio, se reúnen en la calle para mojarse.
La programación cultural que organiza año tras año el Municipio de Quito en estas fechas y la normativa vigente, que sanciona el juego con agua en los espacios públicos, todavía no han tenido gran impacto en este tipo de prácticas. 


Esta realidad se evidencia en el consumo, relativamente, elevado de agua potable que mantiene la ciudad en la temporada de Carnaval, según la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps).
Por ejemplo, según registros de esta entidad municipal, en febrero, que tiene entre 28 y 29 días, el consumo mensual promedio de una familia es de 23 000 litros de agua potable. Esta cifra es cercana a la de un mes ordinario que tiene entre 30 y 31 días (25 000 litros), a pesar de que durante un feriado de Carnaval al menos 600 000 personas salen de la ciudad, explicó Carlos Espinosa, gerente de Operaciones Epmaps.


Este éxodo de la ciudad no se refleja en el consumo del líquido vital, porque según Espinosa los que se quedan aprovechan el tiempo libre para lavar con mangueras el carro, poner más carga de ropa en la lavadora, limpiar la casa, bañar a los perros... “En Quito se queda poca gente, pero no disminuye el consumo de agua de manera considerable”. 


Ante esta realidad, la Empresa municipal hizo un llamado a las personas que mantienen la costumbre de jugar con agua en Carnaval y a quienes desperdician el líquido vital.


El traer agua desde las fuentes naturales, potabilizarla y permitir que esta salga en cada casa con tan solo abrir una llave representa una inversión de insumos, personal, tiempo... Por esto, se sugirió considerar que cada vez que se tira al piso el agua potable, que es para el consumo humano, se pierden recursos económicos que son de todos los ciudadanos.


Todo esto a la final se reflejará en la planilla mensual de este servicio. Por cada metro cúbico de agua potable consumido (1 000 litros), los contribuyentes deben pagar en promedio USD 0,50, informó Freddy Parreño, gerente comercial de esta entidad municipal. 
Aparte de los impactos en la planilla mensual, el juego con agua en los espacios públicos durante la temporada de Carnaval, podría tener otro efecto negativo en el bolsillo.


La Ordenanza Metropolitana 201 establece una sanción de USD 100 por usar de una manera inapropiada el espacio público. En el caso de reincidencia, la multa es de 200.
En el 2016 hubo 560 personas sancionadas por no cumplir estas disposiciones, informó Juan Zapata, secretario metropolitano de Seguridad.
Por esto, durante este Carnaval se mantendrán los controles, incluso en los eventos masivos: desfiles, comparsas estará prohibido jugar con agua.


El objetivo: “culturizar” el Carnaval, explicó el historiador Alfonso Ortiz Crespo. Aunque precisó que desde siempre se ha jugado con agua. Esto es una tradición de España, pero ahora se está “transformando”.
 En los años 60 y 70, dijo, el juego era desenfrenado. La gente no salía a la calle y el Municipio suspendía la dotación del servicio para evitar tanto desperdició de líquido vital.

No olvide


Use espuma de carnaval, en lugar de agua potable, para celebrar esta fecha con sus familiares y amigos.


Las piletas   públicas estarán suspendidas en esta temporada para que las personas no se mojen en estos sitios.


Para  festejar, en lugar de empaparse, asista a los programas culturales que ha preparado el Municipio.


En los desfiles respete a los participantes y asistentes. No lance agua u otro producto a los desconocidos.


Si va a aprovechar el feriado para poner la casa en orden, use baldes con agua para lavar el carro, no mangueras.


Aproveche el agua de la lluvia para regar plantas o limpiar el piso. Revise que no haya fugas de agua en su domicilio.

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