La desnutrición infantil no se erradicó en 31 años en el Ecuador

En la comunidad de Sanancaguán Alto, en Guamote (Chimborazo), se hacen controles de peso a los infantes. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO.

En la comunidad de Sanancaguán Alto, en Guamote (Chimborazo), se hacen controles de peso a los infantes. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO.

En la comunidad de Sanancaguán Alto, en Guamote (Chimborazo), se hacen controles de peso a los infantes. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO.

Luego de 31 años de batallar contra la desnutrición crónica infantil, el Ecuador no ha logrado erradicarla. Este padecimiento que se refleja en la baja talla para la edad, afecta a 24 de cada 100 niños de 0 a 5 años.


Este porcentaje nacional se fijó en la Encuesta de Condiciones de Vida del 2014 y, según la autoridad sanitaria, no ha variado, por lo que se sigue trabajando con este registro.

Desde 1986, que el país asumió esta problemática como política pública, la disminución de niños desnutridos crónicos ha sido “modesta”, al caer de 40 a 24 por cada 100 infantes. Las zonas más afectadas están en la Sierra, en las comunidades rurales e indígenas. Hay al menos tres factores asociados con esta problemática: pobreza, mala calidad del agua e inadecuada alimentación.

Tres provincias han sobrepasado el promedio nacional de desnutrición crónica: Chimborazo, Bolívar y Santa Elena. La primera registra una tasa de 48,8; Bolívar le sigue con 40,8 y la tercera con 37,3 por cada 100 infantes, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, que se elaboró en 2014 con datos del 2012.

Aunque hay otras 12 provincias -ocho de la Sierra y cuatro de la Amazonía- que registran entre 35 y 24 niños por cada 100 con este mal.

En la comunidad de Sanancaguán Alto, ubicada en el cantón Guamote (Chimborazo), Ariel de 7 años vive junto a sus padres y hermano. Mide 98 centímetros, pero los estándares de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que la estatura a esa edad debe sobrepasar los 110 cm. También debería pesar 22 kg, pero apenas tiene 14,7.

Sus padres, Francisca y Pablo, están preocupados. Más cuando su hijo menor Jefferson, de 3 años, mide 96 centímetros y es casi del mismo tamaño de Ariel. No entienden, pues la diferencia de edad entre ambos es de cuatro años.

Casos de ese tipo son recurrentes en comunidades rurales, como Sablog, Totorillas y Galte, a cuatro horas de Riobamba. Ahí se concentra la mayoría de casos de pobreza extrema y desnutrición crónica.

Las familias subsisten con menos de USD 2 diarios y muchos dependen del Bono de Desarrollo Humano (BDH). Solamente en Guamote hay más de 5 000 beneficiarios.

La pobreza también incide en la baja talla de los menores de 5 años. En ese sentido, el Instituto Ecuatoriano de Estadística y Censos (INEC) refiere que uno de cada cuatro vivió en condiciones de pobreza en el país hasta el 2016.

En los indígenas, la pobreza por ingresos alcanzó el 51,1%, en los montuvios el 44,2%, en los afroecuatorianos el 36%. Entre los blancos y mestizos, el indicador llegó al 14,3%.

La familia de Jefferson se incluye en el primer grupo. Subsiste con USD 80 al mes, que sus padres obtienen de la venta de leche y del BDH. Es decir, sus ingresos no llegan ni a la cuarta parte del valor de la canasta básica familiar: USD 709.

Otro inconveniente es la mala calidad del agua, apunta Marco Pineda, médico particular y organizador de las caravanas gratuitas de salud en Guamote. “Sus estómagos se hinchan por los parásitos que absorben los nutrientes de los alimentos. Tienen diarreas”.

El secretario del Agua, Humberto Cholango, reconoció que
70% del agua que se consume en zonas rurales llega por tubería. El 51% es tratada en plantas artesanales. En los próximos cuatro años, se trabajará en el plan Agua y Saneamiento para Todos y se invertirán USD 2 000 millones.

Médicos y nutricionistas también recomiendan a los padres que aprendan a identificar las diferencias entre el bajo peso para la edad, que es la desnutrición global, así como los síntomas de la desnutrición crónica (retardo en talla). Uno de los objetivos es el cambio de sus hábitos alimenticios.

Aseguran que este problema se manifiesta por la ingesta de carbohidratos como papas o arroz. También sopas de harina, coladas, avenas o fideos. Comen pocas verduras, legumbres, frutas o carne.

Esto se constató en un recorrido que realizó este Diario en las comunidades de San Juan de Llullundongo, Julio Moreno y Santa Fe en Bolívar, la segunda provincia más afectada a escala nacional. Allí, la mayoría de campesinos se dedica a la siembra de papas, cebada o maíz en sus terrenos. Con la venta de lo que producen compran fideo, enlatados, avena, polvos para coladas.

En el centro de salud de la parroquia Julio Moreno, en Bolívar, se mide la estatura y el tamaño de la cabeza a los niños. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.

También ocurre que los padres van a otros pueblos a trabajar y sus hijos mayores se quedan a cargo de los niños. Glenda Borja, médica del Centro de Salud San Juan, asegura que en las visitas a las casas han encontrado a niños que no habían comido uno o dos días.

Carlos Durán, viceministro de Salud Pública, siente “vergüenza” por los índices de desnutrición en el país. A su juicio, el problema radica en que se han implementado 10 programas desde 1993 para combatirla, pero los resultados no fueron los esperados.
“Hubo tantas estrategias en las últimas tres décadas y a ninguna la dejamos madurar lo suficiente para ver si funcionó o no”.

En esto coincide Wilma Freire, catedrática universitaria y experta en nutrición. “No hay evaluación de programas. Cambian de ministro y viene otro, lo mismo con los directores”. En consecuencia, no se cumplió uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que era bajar al 5% este indicador.

En este mes se prevé presentar el Plan Intersectorial de Alimentación y Nutrición Ecuador 2018 - 2021, que busca reducir el problema hasta 2021. ­

Esto incluye el levantamiento de una nueva encuesta.

Nelson Gutiérrez, especialista de Protección Social del Banco Mundial, cree que una nación, en promedio, necesita una década para reducir la desnutrición crónica. En el caso de Perú se logró bajar del 28 al 13% en 11 años (2005- 2016).

En Ecuador, Carina Vance, exministra de Salud, destaca que entre 2004 y 2012 se logró reducir 0,4 puntos porcentuales por año. Y desde entonces uno de los avances fue incluir los nombres y apellidos de los niños con desnutrición crónica dentro del sistema de vigilancia de alimentación, para hacer un seguimiento integral.

Desde el 2016, el Ministerio de Inclusión Económica y Social ha liderado un acuerdo intersectorial con Salud, para la atención en los Centros Infantiles del Buen Vivir y con visitas domiciliarias. Según el monitoreo que realizan a abril del 2017, la prevalencia de la desnutrición crónica fue del 20,1% en el país, que significa 37 416 menores. Esto es inferior al promedio nacional.

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