Los datos fríos arrojan cifras preocupantes. La balanza comercial se encuentra inclinada hacia las importaciones. El Gobierno estudiará cómo corregir la situación, y aunque los teóricos aconsejan reducir el gasto público, no se descarta que se fijen aranceles que frenen las importaciones.
El alza de aranceles puede impactar en los precios y eso tiene repercusión directa en la economía. Lo que ha ocurrido es que la demanda se ha ampliado por el incentivo que experimenta el flujo de recursos públicos frente a una tímida oferta de productos, lo que genera liquidez interna. Si las importaciones se restringen, por el contrario podría ocurrir que se contraiga el crédito de producción y consumo, dos de los destinos principales de las importaciones (materias primas, bienes de capital y consumo).
Las medidas arancelarias pueden surtir un efecto parcial, pero siempre existe el riesgo de incentivar el contrabando. Por eso la cita que se espera para la próxima semana, en la que estará la cúpula económica del régimen con el presidente Correa, es crucial.
Las importaciones se activaron de modo importante hacia el mes de julio y los expertos aconsejan frenar el gasto fiscal, pero la política que aplicó el Gobierno para luchar contra la recesión mundial fue contracíclica, proclive a incentivar el gasto desde el sector público, por lo que una medida en sentido contrario parecería poco probable.
El gasto público ecuatoriano destina más de USD 4 600 millones a subsidios y USD 6 500 millones a gastos de personal. Una agresiva inversión en generación hidroeléctrica podría modificar a futuro el gigante gasto en importación de derivados de combustibles que registra la balanza. La dolarización favorece a las importaciones, pero para mantenerla es mejor aplicar políticas cautelosas.