Lo que sucederá este día en los comicios presidenciales de Bolivia es casi previsible, pues las encuestas establecen que la alta popularidad y credibilidad del mandatario Evo Morales, que busca la reelección para el nuevo período 2010-2015, será decisiva para su victoria electoral.
Más allá de ese resultado, que solamente se alteraría con una sorpresa que muy pocos esperan, la clave está en conocer el número de escaños parlamentarios que obtendrá Morales: si alcanza una clara mayoría sobre el total de 166 legisladores que integran la función legislativa, el Mandatario podrá rápidamente profundizar los ejes políticos que viene impulsando desde que, en diciembre de 2005, ganara su primera elección.
La campaña electoral estuvo huérfana de propuestas innovadoras del propio Morales, pero esto quizás se debió a la poca creatividad y a la escasa capacidad de sus oponentes para plantear planes serios y verosímiles. Como en años anteriores, estos cayeron fácilmente en la tentación de ofrecer dinero y hacer promesas demagógicas difíciles de cumplir.
El Movimiento al Socialismo (MAS), partido gobernante, ha sido más efectivo en llegar con sus mensajes a la mayoría de la población que integra el ahora Estado Plurinacional de Bolivia, según la nueva Constitución.
El presidente Evo Morales, aliado de mandatarios sudamericanos populistas como el venezolano Hugo Chávez, el ecuatoriano Rafael Correa y el nicaragüense Daniel Ortega, tiene el desafío de sacar a su país del escalafón de las naciones más pobres en el mundo.
Mientras tanto, quienes se oponen a esa ideología y buscan un cambio en el mapa político regional tienen el serio reto de ser más propositivos.