Alejandro Toledo ofreció en entrevista a El Comercio democratizar la Internet.
Una propuesta, diríamos, original porque a la fecha no la ha hecho ningún “potencial” candidato; como también fue original -y se distinguió de los otros candidatos del 2001- cuando planteó “una economía con rostro humano”.
La democracia digital tiene varios nombres. Entre ellos, democracia telemática, democracia cibernética y hasta se la llama “república electrónica”, como afirma Grossman, uno de los grandes especialistas en el ejercicio de los derechos ciudadanos por medios digitales.
El politólogo estadounidense Robert Dahl propone cinco criterios básicos ampliamente aceptados, tanto en su validez operacional como por su fácil transformación a variables mensurables: participación efectiva, igualdad política (para este segundo caso se debe superar la brecha digital), entendimiento ilustrado, control de la agenda por parte de los ciudadanos y la inclusión, como la garantía de una igualdad básica en facilidades.
Esta democracia digital, que en inglés es denominada e-government, pasa por diversos estados evolutivos:
Emergente: presencia en línea, páginas oficiales y links en diversas entidades públicas.
Implementado: mayor cantidad de información, mayor disponibilidad de documentos, formularios y leyes.
Interactivo: Servicios en línea y aplicaciones web. Mejor servicio a la comunidad.
Transaccional: transformación del Gobierno en entidad con interacción bidireccional. Gran cantidad de servicios en línea.
Conectado: el Gobierno se ha transformado en una entidad conectada con las necesidades de la ciudadanía y ha rediseñado sus procesos. Fomenta y promueve la participación ciudadana a través de new media e involucra a la ciudadanía en la toma de decisiones.
Naciones Unidas publicó en el 2008 un amplio estudio sobre el estado de los gobiernos digitales en el mundo. El Perú figura séptimo en América Latina y en el puesto 56 en el mundo. Estamos a media tabla, que no está mal.
Si en tiempo real la democracia es de intensidad baja, no tiene por qué ser diferente en tiempo virtual. Igualmente en la sociedad civil los espacios de participación son aún reducidos aunque en la primera década del siglo XXI han mejorado. La democracia telemática será más interactiva en cuanto a su implementación en la medida en que las relaciones sociales y la cultura sean más democráticas.
La apuesta integral de la democracia electrónica debe ser parte de la agenda política de las próximas elecciones.
El Comercio, Perú, GDA