“Demo-crack-cia”

Los sucesos políticos y militares ocurridos en Honduras, ponen en debate y perspectiva la validez de las formas democráticas conocidas, la democracia formal, el papel tutelar de las Fuerzas Armadas y el Estado de Derecho y su vigencia.

Primero, lo primero: el fin de semana pasado un grupo de militares sacó por la fuerza del poder al presidente Manuel Zelaya. Un hecho repudiable. Pero no se puede ni debe perder de vista las interioridades y complejidad del tema para buscar  una mayor profundidad en el análisis.

El hecho cierto de la intervención militar está atado a una historia política que nos lleva a reconocer que el Presidente llegó el poder en representación del Partido Liberal (en varios países de Centroamérica una expresión de terratenientes y élites económicas, más que del liberalismo político y económico conocido), que luego se fue alineando a la égida de gobiernos que parece dominar con el encanto del discurso bolivariano y los petrodólares el golpista Hugo Chávez (quien saltó a la palestra al intentar derrocar al Gobierno corrupto pero democráticamente elegido de  Carlos Andrés Pérez).

También hay que decir que ya al término de su mandato Zelaya intentaba  una reforma constitucional y que la oposición lo acusaba de buscar perpetuarse en el poder, como  varios gobiernos del continente.

Vale acotar que los procesos para realizar una encuesta con urnas, papeletas y todo -impresas en Venezuela- fueron denegados por la institucionalidad hondureña y que en el Congreso, la justicia y la autoridad electoral no dieron paso a la iniciativa.

En medio de ese monumental conflicto político y de gobernabilidad la destitución de altos mandos militares por negarse a transportar las mentadas papeletas dieron paso a una orden del poder constituido para defenestrar al Presidente. Luego el Parlamento dio paso a aceptar una renuncia que al decir de Zelaya nunca firmó.

La respuesta de la comunidad internacional fue previsible y la reacción contundente. Los países centroamericanos, la Alba, y luego la OEA y Naciones Unidas abogan por el retorno del Presidente mientras en ese país centroamericano se tensa la cuerda y hay manifestaciones a favor y en contra de la sucesión y el retorno de Zelaya.

Lo que sí suena risible es la postura de Hugo Chávez y su hiper protagonismo y liderazgo con adhesiones incondicionales. Un golpista, que lo fue, acusando de gorilas a otros militares como él. La amenaza de movilizar tropas y meternos a todos en una barahúnda de la cual saldremos con dificultad y la imposibilidad de buscar la salida inteligente negociada y honrosa, aunque suene a utopía: que vuelva Manuel Zelaya, que abandone su descabellada idea de cambiar la Constitución a su modo y conduzca a Honduras hacia las urnas para que elija al presidente que le habrá de suceder en 2010.

Suplementos digitales