Redacción Sierra Centro
El Séptimo Festival Internacional de Música de Vanguardia convocó en Ambato a 19 bandas de rock. Uno de los más aplaudidos fue el célebre músico ecuatoriano, radicado hace más de 20 años en Alemania, Mesías Maiguashca.
Para participar en el festival, que se realizó hace pocos días a propósito de la Fiesta de la Fruta y de las Flores de Ambato, Maiguashca trabajó con reconocidos roqueros como Lucho Pelucho e Igor Icaza, de quienes, según dice, aprendió la frescura.
¿Qué impulsa a un compositor académico vanguardista a participar en un Festival de rock?
El rock es música de protesta, dura. Me dije: voy a hacerles tocar una música tierna. La obra es un canto a un sapo. Hace dos meses, Tania Navarrete, directora de Cultura del Municipio de Ambato, me invitó a participar en la séptima entrega del Festivalfff 2010. Lo pensé… lo hago o no. Decidí hacerlo. Realicé una composición específicamente para este concierto que une al movimiento roquero. Es un espacio importante e innovador porque desarrolla un espacio para la música contemporánea.
La música que usted crea no utiliza instrumentos musicales convencionales. ¿De dónde viene esa necesidad expresiva tan amplia?
Yo trabajo con objetos sonoros. Así llamo a estos instrumentos que no tocan notas musicales sino diferentes sonidos, a los cuales también denomino objetos sonoros. He trabajado con esto desde hace unos 20 años. Para mí lo importante de esta música es dar una alternativa a los instrumentos convencionales como el piano, el clarinete, el chelo…
¿De qué están hechos estos instrumentos alternativos?
Hoja de vida
Mesías Maiguashca
Estudió en el Conservatorio Superior de Música de Ecuador, en la Eastman School of Music, el Instituto di Tella y en la Musikhochschule Köln.
Ha producido en el estudio de Música de la WDR (Colonia), en el Centre Européen pour la Recherche Musicale (Metz), en el IRCAM (París) y en el Accroe (Grenoble).
Son instrumentos completamente primitivos. Están hechos con varas de metal o de madera, que son materiales primigenios. He diseñado estos objetos sonoros para crear una música nueva. Si tengo nuevos instrumentos la música será nueva.
En el festival tocó la composición Lamento por el sapo, de Stanley Hook, ¿dé dónde viene este título?
Se basa es un poema escrito por el argentino Juan Gelman. Me pareció bonito utilizarlo porque el rock es una música de protesta, dura. Y yo me dije: voy a hacerles tocar una música tierna. Así que la obra es un canto a un sapo. Y eso que no sabía que la palabra Ambato venía de Hambato, que es un sapo. Acerté sin saberlo.
En la obra participaron importantes roqueros del país. ¿Cómo los escogió?
Me pidieron una sugerencia. Yo conocía a Luis Fernando Enríquez, más conocido como Lucho Pelucho. A él le pedí que juntara un grupo de grandes músicos, entre ellos Igor Icaza. Con ellos nos encontramos en Quito y repasamos allá unas dos veces. Luego continuamos en Ambato. Acá nos reunimos otras seis veces.
¿Qué le pareció la experiencia de trabajar con jóvenes roqueros, que a veces no son catalogados como músicos profesionales?
Fue una experiencia linda. Soy un músico formado en las tradiciones clásicas. Pero me gusta estar picando. Usted sabe lo rico que es picar… Ha sido una experiencia riquísima. Ya soy viejito y trabajar con gente joven ha sido un placer para mí. Yo aprendí de ellos la frescura, la vitalidad, la alegría. Y ellos aprendieron de mí a organizarse, a disciplinarse en la producción. Hemos trabajado bien porque nos comprendimos.
¿Qué diferencias encontró entre un concierto de rock y una orquesta de cámara?
Ellos están acostumbrados a tocar en concierto, con mucha gente, con locura… Además, el rock se caracteriza porque el sonido es muy fuerte. El principal problema, al inicio, fue que los músicos querían escuchar su retorno para saber cómo estaban tocando. En una orquesta de cámara todos escuchan a todos. Con los ensayos esto se superó y en el momento de la presentación nos comunicamos con gestos, que son características muy típicas de los conciertos de cámara.
¿Volvería a hacerlo?
Claro, si me lo proponen otra vez, por su puesto que lo haría.