Del Fiscal de la Nación

Tengo la obligación de referirme a la carta del Presidente de la Primera Sala Penal de la Corte Nacional publicada en la edición del pasado domingo 20.

En su carta, el juez Ulloa sostiene que sustituyó  la prisión preventiva contra Raúl Carrión en el juicio por lavado de activos, cuando la verdad es que la sustituyó existiendo dos informes de  la Contraloría por el delito de peculado, en cuyo proceso la Fiscalía ratificó su dictamen acusatorio.

Para justificar su actitud se escuda en el artículo 77 de la Constitución, olvidando que es una norma  general y que es el Código de Procedimiento Penal el que expresamente, en el artículo 177, establece que esas garantías no se aplicarán en los casos de delitos contra la Administración Pública ni tampoco en lavado de activos.

En el caso  contra Jorge Gallardo, que el Juez menciona, mi criterio aludía a la posibilidad de que el acusado se presente y se defienda en el país. De haberse seguido este criterio posiblemente el señor Gallardo estaría detenido y no permanecería fuera eludiendo sus posibles responsabilidades.

Como la ciudadanía conoce, la Fiscalía puede abstenerse de emitir un dictamen acusatorio pero no puede absolver, facultad que es potestativa de los jueces, características lamentablemente confundidas  en la carta enviada por el juez Ulloa.

Respeto absolutamente la independencia de la Función Judicial; pero -en consideración a la sociedad y al país-, no puedo permanecer en silencio ante ciertos fallos que lesionan los intereses ciudadanos y la normatividad jurídica.

Todo abogado conoce que el recurso de casación no permite la revisión de los procesos; y es más lamentable todavía que se utilice este recurso para favorecer a condenados en casos que han conmocionado a la opinión pública nacional.

Un adecuado sistema de justicia permitirá que jueces coyunturales, después de una debida auditoría de procesos, purguen en la cárcel errores cometidos en el abuso perverso de una administración de justicia carente de  éticas fundamentales.
Washington Pesántez Muñoz, Fiscal General del Estado

Novena feminista (I)

Con tristeza he leído el artículo de la feminista francesa (radicada en Colombia) Florence Thomas, que EL COMERCIO ha reproducido. 
Primero, porque el feminismo, al igual que el machismo, representa formas limitadas y excluyentes de ver la vida, y esto   es un defecto en un articulista que, lejos de ser imparcial, nos hace ver su sesgo mental. 

Y luego, resulta una afrenta en una época  cristiana como la Navidad que se publiquen burlas con tan poca altura, y con tantos errores  sociológicos, teológicos e históricos.

Thomas muestra el poco agrado que le tiene no solo a la religión católica sino a la celebración navideña y sus costumbres. Copia ‘villancicos’ de Alejandra Quintana, a quien señala también como feminista. 

Podríamos criticar cada verso por sus contradicciones y manifiestos desconocimientos de la realidad católica, pero bástenos decir que vituperar así a la religión que más ha valorado a la mujer, incluso en medio de sociedades machistas, demuestra  un resentimiento muy poco fundamentado.
La religión católica ha sido siempre de amor y hermandad, nunca de discriminación, menos aún a la mujer; ella ha participado activamente en la Historia de la Iglesia, con altos modelos espirituales, siendo la más importante y venerada, desde tiempos del cristianismo primitivo, María, la madre del Señor. Cabría sugerirle a este par de feministas un curso de historia y de teología católica.
Pedro  Freile M.

Novena feminista (II)

Florence Thomas nos “regala” un “villancico” feminista -leer sus estridentes versos fue hazaña  desagradable de mi 25 de diciembre-.

No haré una refutación del tipo de feminismo rancio,  de conflictividad y desprecio, que la autora parece sostener.

Solo hace falta releer el artículo para darse cuenta de que es una doctrina moribunda, dando sus últimas pataletas de rencor antes de sucumbir.

Defendamos el cristianismo, que para la autora no parece ser más que otra “estratagema”  para martirizar a “las mujeres”.

Derribemos el espejismo central de  Thomas: que los hombres tenemos una “agenda secreta” para “dominar a las mujeres”. Pensar que todos los hombres de la historia hemos estado secretamente de acuerdo para someter al sexo opuesto es escandalosamente irreal.

El cristianismo, a diferencia de lo que piensan los herederos de Marx (incluidas las feministas radicales), es la religión de la libertad  con responsabilidad; de la misericordia con justicia; del amor con sacrificio.

Gracias a Dios la gran mayoría de las mujeres del mundo  lo saben  y enseñan.
Pedro José Izquierdo

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