La defensa de los principios es irrenunciable y no de ahora; de siempre, indistintamente de cualquier administración. Basta revisar la historia de propios y extraños, de quienes antes criticaron al poder y defendieron a rajatabla las libertades. Los principios siguen allí, firmes. Un sistema democrático se nutre con el respeto a las libertades, consagradas en los tratados internacionales y la Constitución, que prevalecerán sobre cualquier otra norma jurídica o acto del poder público. La Declaración de principios sobre libertad de expresión de la Comisión Interamericana de DD.HH. señala que los funcionarios públicos están sujetos a un mayor escrutinio público y que las leyes que penalizan la expresión ofensiva atentan contra la libertad de expresión y el derecho a la información. Por ello se condena el juicio y la sentencia de primera instancia contra el editor de Opinión de El Universo, Emilio Palacio, acusado de injurias contra un funcionario público.El trabajo periodístico exige responsabilidad y rigurosidad, con autocrítica, y reconocer y rectificar los errores cuando se cometan -porque son hechos por seres humanos- pero por sobre todo está la defensa de las libertades. Esto se dijo antes y se debe repetir hoy. Algunos altos funcionarios de esta administración rechazaron -con razón- el enjuiciamiento del ex presidente Febres Cordero contra el articulista de EL COMERCIO, Rodrigo Fierro, y cuyo alegato con estas opiniones se presentaron en la Corte el 2003.Raúl Vallejo (ministro de Educación) en EL COMERCIO: “La condena contra el editorialista Rodrigo Fierro es una condena contra todos: representa un hecho funesto para la libertad de expresión en nuestro país y también es el símbolo de la desigualdad jurídica ante la Ley en la que vivimos ciudadanos y ciudadanas”.Xavier Lasso (de la TV pública) en EL COMERCIO: “La vida está adobada por extrañas coincidencias. Mientras al Ejecutivo lo tientan los afanes sectarios, a una parte de la Función Judicial le ha dado por apresurar los procedimientos para condenar una opinión. Otra vez hay que referirse a esta brutal perversidad que ha subordinado lo judicial al poder político. No hay seguridad, todo puede ser manoseado, porque mientras a Rodrigo Fierro lo intentan acorralar, encarcelar, a todos los demás nos dirigen, en el fondo, un mensaje que busca amedrentar”.Carlos Marx Carrasco (El Mercurio de Cuenca): “La vil sentencia a prisión dictada en contra del científico-libre pensador Dr. Rodrigo Fierro, prestigioso columnista de EL COMERCIO, conmueve la conciencia de quienes amamos la libertad de expresión, no como regla de nadie sino como condición fundamental para la convivencia humana… Claro que hay que poner fin a las injurias y calumnias, pero para ello hace falta inaugurar una sociedad justa”.