Sería lamentable que en este 1 de mayo los trabajadores participen en el ritual del desfile con sus consignas y su retórica habitual, sin hacer una profunda autocrítica sobre la situación del movimiento obrero. Y resultaría aún peor si el Gobierno aprovecha la conmemoración para hacer un “cierre de campaña” de la consulta popular, dejando de lado su obligación de hacer un cambio fundamentalmente dirigido a los pobres del país.
El movimiento social ecuatoriano llegará a este 1 de mayo bajo el signo de una grave dispersión, carente de un objetivo unificado de organización y lucha, con tensiones y enfrentamientos internos marcados por las oposiciones y recelos personales, cuarteado por la acción divisionista del régimen, sin un proyecto de acción y unidad a largo plazo, que incluya a amplios sectores, como los trabajadores por cuenta propia y los desempleados.
Por su parte, el Gobierno está enfrentado a la gran mayoría de los dirigentes del movimiento social y a sectores populares muy importantes. Hay varios motivos para ello. De un lado, el Régimen ha tratado, con mucha razón aunque no siempre con éxito, de combatir a grupos minoritarios que han abusado de la dirigencia y han sacado dinero de ella. De otro lado, se han empañado en transformar a las organizaciones sociales en clientela del movimiento oficialista.
Lo más grave es, empero, que una administración que se declara popular, progresista y a veces socialista, ha criminalizado la protesta social. Por equivocados que hubieran estado los dirigentes que han protagonizado acciones de oposición, por sanción que hubieran merecido, el haberlos declarado “terroristas” es una peligrosa actitud que no tiene justificación.
Otra cuestión es la presencia oficial en el desfile. Muy bien que el Presidente de la República marche por las calles en homenaje al Día del Trabajo. Y todavía mejor que lo acompañen sus colaboradores y partidarios. Pero sería una lástima que su presencia se transforme en una manifestación por el sí en la consulta. Así no se estaría rindiendo tributo a los trabajadores, sino usando una ceremonia tradicional con fines electorales.
También sería muy lamentable que los manifestantes, en vez de enfatizar en sus consignas y discursos los temas de fondo que debería preocuparles, prioricen su opción por el no en una consulta en la que, ciertamente, no se definen ni de lejos temas que atañen a los trabajadores o a los pobres del país.
Este 1 de mayo debe ser ocasión para impulsar el proyecto del Frente Unitario de la Trabajadores por una profunda reforma del Código del Trabajo que lo modernice y ponga a tono con las realidades del siglo XXI. Debe también ser una ocasión para renovar el compromiso de constituir la Central Unitaria, que ha sido el sueño de muchos desde hace largos años.