En Muisne, los damnificados durmieron en carpas, escuelas por miedo a réplicas del terremoto. Foto: Andrés Jaramillo, para de El Comercio.
La isla de Muisne, en Esmeraldas, está desolada. Los alrededor de 14 000 habitantes que viven en el lugar se refugiaron en los recintos Pueblo Nuevo, Palma Junta, Bellavista y El Salto tras el terremoto que sacudió a Ecuador el 16 de abril de 2016.
Adelante Montes De Oca durmió en la escuela de Pueblo Nuevo junto a sus dos hijos y cuatro nietos. Ellos improvisaron carpas con plástico y colchones para pernoctar. “No tenemos cobijas ni toldos para cubrir a los niños de los mosquitos”.
Además necesitan ollas, cocinas y alimentos no perecibles. “La gente de estos sectores se han solidarizado con nosotros, pero no logramos abastecernos. Nos preocupan los niños porque lloran. Aún están asustados”.
En El Salto voluntarios de la iglesia evangélica acogieron a varias familias de Muisne. Mientras otros voluntarios de Quito y Esmeraldas evalúan los daños de las casas para ayudar a las familias a reconstruir sus viviendas.
Solo 10 personas durmieron en la isla en la escuela 3 de Octubre, que es una de las pocas estructuras que quedaron en pie, luego del terremoto.
Ángel Colobón asegura que decidieron no salir de la isla por miedo a que lo poco que les quedo se lo robaran. “Apenas ocurrió el desastre las personas empezaron a saquear las casas. Se robaron los cilindros de gas, los televisores y radios”.
La noche del 17 de abril de 2016, un grupo de trabajadores del Ministerio de Inclusión Económica y Social llevaron kits de alimentos en los albergues.
En esta zona de Muisne ya se restableció la energía eléctrica y de a poco se recupera la señal telefónica.