En todas las intervenciones del señor presidente Correa, así como en las excesivas cuñas publicitarias, se nos hace saber que una cierta revolución ciudadana se halla en marcha.
Muchas personas nos preguntamos de qué revolución se trata y hacia dónde está marchando esa tal revolución.
Esa revolución que siendo ciudadana en nada interviene la ciudadanía, esa revolución que viola la Constitución mediante decretos ejecutivos.
Ha ido acumulando más y más poderes en la función Ejecutiva, desfigurando el orden jurídico del país. En fin, ¿de qué revolución se trata?
Al presidente Correa lo eligió el pueblo para que gobierne dentro de un orden jurídico y no puede cambiarse sino mediante reformas constitucionales.
En la Constitución del Estado constan cuáles son las atribuciones y cuáles son los deberes del Presidente, que es quien ejerce la función Ejecutiva.
Ese es el mandato que recibió del pueblo y no otro, y de ese mandato tiene que rendir cuentas a sus mandantes.
No debe olvidar el Presidente que la soberanía reside en el pueblo, no en el Presidente, quien es solo su mandatario, y a quien no se le ha ordenado realizar ninguna revolución sino gobernar el país dentro del orden establecido.
Por lo tanto, el presidente Correa no debe hostigar al país con el anuncio de una revolución que ni está en marcha ni nadie le ha pedido hacerla, menos aún con las ideas de un fracasado socialismo del siglo XXI.