Nueva York. DPA
La ONU celebró el jueves la que pretendía ser una cumbre de alto nivel, en la cual los líderes de todos los países del mundo debían proponer soluciones para la crisis financiera mundial, y de la que se esperaba una gran incidencia.
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Mientras EE.UU. intervenía, Hugo Chávez criticaba desde Venezuela a la organización, diciendo que proponga lo que proponga en la ONU, “no se va a cumplir”.
La embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Susan Rice, hacía “el mea culpa” de su país como responsable de la crisis y prometía más ayudas a los países en desarrollo.
El poco interés que suscitó la reunión se podía ver en el escaso número de periodistas. La ONU habilitó una enorme sala de prensa, que estaba casi vacía.En esa conferencia participó el presidente ecuatoriano Rafael Correa, quien formuló una propuesta para refundar la arquitectura financiera internacional.
Sin embargo, la pretensión quedó rebajada, primero, por el cambio de fechas que sufrió la cumbre tras los problemas para poner de acuerdo a todos los países en un documento base de la conferencia y, segundo, la ausencia de jefes de Estado: de los 142 países que asistieron, sólo uno, Ecuador, participó al más alto nivel con la asistencia de su presidente, Rafael Correa. Ni las potencias occidentales, ni líderes izquierdistas de América Latina, como el boliviano Evo Morales ni el venezolano Hugo Chávez, acabaron pasando por los pasillos de unas NN.UU. sobre la cual muchos se preguntan para qué sirve.
Estados Unidos, donde se originó la que es calificada como la peor crisis desde la Gran Depresión en el mercado hipotecario, lo señaló bien claro el viernes: la ONU “no tiene los expertos ni el mandato” para hacer un foro que trate asuntos como la reforma de las instituciones financieras o los sistemas de reserva, dijo en su intervención en la conferencia el representante de Estados Unidos, John F. Sammis.
Tras tres días de discursos y algunos paneles, la conferencia terminó con la aprobación de un texto que pide más para los países en desarrollo y una reforma económica global, además de un grupo de trabajo encargado de supervisar cómo se desarrollan y aplican las propuestas planteadas en el texto. Medidas concretas, ni una. Como dijo el presidente de la Asamblea General, Miguel d’Escoto: “Esto es sólo el inicio”.