Los agricultores del valle cercanos al río Portoviejo, en el cantón Rocafuerte, utilizan el agua de este afluente para regar sus cultivos y mantener húmedas las parcelas de arroz. Fotos: Patricio Ramos/ El Comercio
Entre los surcos de tierra en la zona baja de la comuna La Sequita de Crucita, noroeste de Portoviejo, el agricultor Jacinto Mantuano extrae la maleza que crece entre sus sembradíos de cebolla perla. Las dos hectáreas de la hortaliza están en la zona baja del valle del río Portoviejo.
Ese lugar, y todo el valle del río Portoviejo, es propenso a inundaciones cuando se registran fuertes lluvias. El agua aumenta los caudales de los ríos, esteros y quebradas.
Mantuano trabaja como agricultor desde hace 30 años y sabe que el fenómeno de El Niño en Manabí sería devastador para sus plantaciones.
Con la llegada de este evento a costas ecuatorianas, cerca de 20 000 hectáreas de cultivos de ciclo corto entre los valles de los ríos Carrizal y Portoviejo se afectarían ante posibles inundaciones. Así lo asegura Xavier Valencia, funcionario del Ministerio de Agricultura Ganadería, Acuacultura y Pesca (Magap) en Portoviejo.
En el valle del río Portoviejo hay 5 000 hectáreas de arroz, 2 000 de maíz, 300 de cebolla perla; y 2 700 entre hortalizas y frutas. En el valle del río Carrizal, la situación es similar. Son 10 000 hectáreas de cultivos de cacao, arroz, hortalizas y frutas, como el plátano.
Algunos agricultores aún están escépticos con lo que podría suceder con el clima.
José Gilses vive en la zona de San Bartolo de Rocafuerte en el valle del río Portoviejo. Sembró hace un mes dos hectáreas de arroz e invirtió USD 2 000. Calcula que la cosecha sería en diciembre de este año. Ante el anuncio de El Niño, Gilses se siente seguro por el relleno que acumularon unos comerciantes junto a su terreno para construir una piladora.
“Esa especie de muro desviaría el agua hacia otros lugares. Mis sembradíos tienen un 50% de posibilidades de salvarse en caso de un desbordamiento del río”, dijo el campesino.
Ante estos posibles escenarios, los agricultores de Rocafuerte, liderados por Renán Alcívar, solicitan al Gobierno obras preventivas para no quedar a merced de la naturaleza. “Nuestra gente sembró cebolla perla, arroz y maíz y lo podría perder todo en caso de diluvios, como ocurrió entre 1997-98, cuando se presentó el fenómeno de El Niño”.
El Magap en Manabí proyecta para esta semana la limpieza de 15 kilómetros de canales de riego que están con sedimentos en el valle del río Portoviejo. “Lo que buscamos es disminuir los tiempos de inundación, pues cuando los ríos crecen todos sabemos que no hay poder humano que los detenga”, afirma Alcívar. Además, según el funcionario, también se capacita a los agricultores.
Algunos de ellos, como Édison Aguirre, proyectan sembrar en lomas con altas pendientes. Cuando hay lluvias fuertes, estos terrenos son una alternativa pues el agua rueda y deja húmeda la tierra. Maíz, melón y sandía son aconsejables en época de abundante agua, pero en solares con desniveles, afirma Aguirre.
En la actualidad en la provincia están sembradas
80 000 hectáreas de maíz en tierras altas. La inversión por hectárea de productos de ciclo corto bordea los
USD 10 000; por eso la preocupación de los agricultores es razonable, asevera Valencia.
En la zona baja del valle del río Portoviejo, una de las más agrícolas de la provincia, se implementaron sistemas de riego por goteo y aspersión desde hace 12 años. Los propietarios de esos sistemas no saben si levantar sus equipos ahora y dejar sin riego los sembradíos.
Para Mantuano, esto es como una lotería. Nos han dicho tantas cosas desde hace 15 años. A veces no se siembra ante las noticias que llegarán las fuertes lluvias y no pasa nada, ahí es donde perdemos, dice.
Mientras pasan los días y se aproxima octubre, Mantuano y tres jornaleros sacan la maleza y cuidan los sembradíos para esperar a que llegue diciembre… y se pueda cosechar el esfuerzo de tres meses de trabajo.