Los cultivos hidropónicos tienen más aceptación en los hogares cuencanos. En la parroquia rural de El Valle, al sureste de la capital azuaya, en el sur del Ecuador, dos profesionales comparten una granja demostrativa de estos cultivos sin suelo.
La hidroponía es un método utilizado para cultivar plantas usando agua con minerales esenciales, en vez de suelo. Las plantas absorben estas sustancias a través de las raíces. Algunas plantas como las hortalizas crecen únicamente en especie de canales de agua y en otros como las fresas sostenidas en bolsas de tamo de arroz, suspendidas en el aire.
Julio Solís y Diego Pugo, ingenieros agrónomo y ambiental, respectivamente, tienen una amplia experiencia en el tema y juntos han instalado este tipo de cultivos en algunos hogares cuencanos. Cada uno en su materia conoce las bondades y ventajas.
Según Solís, las investigaciones desarrolladas a escala mundial confirman que los cultivos hidropónicos son limpios y saludables, porque se utiliza solo agua limpia con minerales. “Mientras que los cultivos en suelo son susceptibles a plagas y hongos, utilizan fertilizantes y en muchas ocasiones el agua riego es sucia”.
Pugo sostiene que con este panorama las personas estamos consumiendo a diario productos contaminados y el uso de químicos tóxicos también afectan al ambiente. “Por eso, cada año en el mundo aumentan las cifras de personas que padecen cáncer, principalmente”.
Pugo y Solís coinciden en que la gente debe saber que hay alternativa de productos limpios que se están ofertando en el mercado. Este tipo de cultivo no necesita mayor área y generalmente lo instalan en cualquier espacio, dentro o fuera de la casa.
Dentro de las viviendas se construyen especies de caballetes con tubos de PVC, donde acoplan sencillos sistema de riego de agua con nutrientes que funciona en recirculación. Con esta técnica –dice Solís- se aprovecha mejor el espacio porque se siembran más plantas en espacios pequeños, crecen más rápido y están menos propensas a enfermedades.
Ricardo Contento tiene un cultivo hidropónico en el pequeño patio de su vivienda ubicada en el sector de Totoracocha, en el norte de Cuenca. En principio, lo hizo instalar como una terapia para que su padre, de 85 años, se mantenga ocupado en su cuidado. “Esta cultivo no necesita de esfuerzo físico y embellece los espacios”.
De allí utiliza los productos para preparar los alimentos y está contento porque cree que está cuidando su salud y la de los suyos. “Los productos tiene un sabor rico y fresco. Nada comparado con lo que se compra en los mercados, que a las pocas horas se ven marchitos y hay que mantener en refrigeración”.
Solís ve esto como otra ventaja. Menciona, por ejemplo, que en el caso de una lechuga o acelga, la persona arranca las hojas que va a utilizar y el resto queda en su lugar para otra ocasión. En promedio levantar una infraestructura para 60 plantas tiene un costo de USD 160.