En la audiencia de formulación de cargos, la madre dijo que no mató a su hijo, sino que murió tras sufrir una caída en el patio de la casa. Foto: Lineida Castillo/EL COMERCIO
Los habitantes de Malpad, perteneciente al cantón azuayo de Sígsig, siguen consternados. No entienden cómo Miriam M. supuestamente lanzó el cuerpo de su hijo, Derick Mateo, de seis años, a un pozo séptico. El caso está en instrucción fiscal.
Todo empezó el 5 de junio cuando el niño desapareció de forma misteriosa y la familia paterna los buscaba, pero no denunció el caso. Miguel S., oriundo del Sígsíg, contó que cuando buscaba a su hijo, su exconviviente le daba diferentes versiones sobre el paradero y se contradecía. Le decía que estaba de viaje con las tías maternas o que emigró a Estados Unidos.
Por eso pensó que algo ocurrió. La noche del lunes 3 de junio, el padre llegó con otros familiares a la casa de su expareja para conocer sobre su paradero e intensificar la búsqueda.
El cadáver -en avanzado estado de descomposición, con huellas de maltrato físico y mutilado- estaba dentro de un saquillo con piedras y sumergido entre las aguas servidas de un pozo séptico. Foto: Lineida Castillo/EL COMERCIO
Ese día también pusieron la denuncia en la Dirección de la Policía Especializada para Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen) y al siguiente día, Miriam M. habría confesado que el cuerpo de Derick estaba en el pozo séptico. Desde entonces está detenida.
El cadáver -en avanzado estado de descomposición, con huellas de maltrato físico y mutilado- estaba dentro de un saquillo con piedras y sumergido entre las aguas servidas de un pozo séptico, ubicado junto a la casa donde vivía Derick con su madre y dos hermanos.
Para sacar el cuerpo debieron extraer parte de esas aguas. Los agentes de la Dirección Nacional de Delitos Contra la Vida, Muertes Violentas, Desapariciones, Extorsiones y Secuestros (Dinased) realizaron el levantamiento del cadáver.
En la audiencia de formulación de cargos, la madre dijo que no mató a su hijo, sino que murió tras sufrir una caída en el patio de la casa y por el miedo lo metió en un costal y lo arrojó al pozo. Dentro de la autopsia se recogió muestras del cuerpo para determinar -entre otros temas- en qué momento fue mutilado.
El cuerpo del menor fue velado el jueves 6 de julio del 2017, en la capilla de María Auxiliadora, ubicado cerca del centro de Sígsig, por parte de las madres Oblatas.
Tras un acto sencillo, con el rezo del rosario, el niño fue sepultado cerca del mediodía de hoy 7 de julio del 2017 en medio del dolor de los familiares y vecinos.
En la casa de esta familia aún permanecía la bicicleta con la que el niño jugaba. La vivienda está deshabitada.
Pablo, un albañil quien trabaja frente a esa casa, lo recordó como un niño alegre con quien jugaban todas las tardes después de su trabajo. “Nos pareció extraño su desaparición y nos alarmó”.
Para el fiscal de Azuay, Adrián Rojas, pese a que la madre confesó su culpabilidad, la investigación avanza para determinar las circunstancias en que se cometieron los hechos, si está encubriendo la participación de otras personas y si existió conciencia para cometer este delito.