Redacción Cultura
Con nuevos rostros en su elenco y una escenografía monumental, el Ballet Ecuatoriano de Cámara estrenó el sábado la adaptación del cuento ‘La Bella Durmiente’.
La Casa de la Cultura estaba rodeada de largas filas de familias que esperaban para entrar al Teatro Nacional. Esta vez, el montaje que se preparó tenía una razón especial: la celebración de los 29 años de fundación del BEC.
Algunos bailarines que antes asumieron papeles protagónicos en obras como ‘La fierecilla domada’ o ‘Blanca Nieves’, esta vez miraron la puesta en escena desde las butacas.
Otros interpretaron papeles diferentes, cediendo las actuaciones principales a nuevos rostros del ballet.
Durante tres horas, el público apreció una adaptación de la obra original de Marius Petipa realizada en el año de 1890. En los dos primeros se sintió el clímax del montaje, algo que benefició a los padres de familia. Debido a la duración de la coreografía, algunos tuvieron que abandonar del teatro por sus pequeños hijos.
Mientras que otras familias decidieron quedarse hasta el final. Cada receso, un grupo de niñas se paraba frente al telón para simular el baile en puntillas de la Bella Durmiente y de las hadas madrinas. Como unas expertas, las pequeñas intentaban hacer un arabesque, un gran plié e incluso algunas inconscientemente lograron otras figuras del ballet.
Cuando la tercera campanada sonaba, las chiquillas sabían que tenían que regresar a sus asientos para no perderse la continuación de la obra artística.
Sobre las tablas actuaron 50 bailarines, con un vestuario impecable. Las transiciones para el cambio de escenografía se apoyaron en gigantescos telares de seda. De un bosque, construido como un mural pintado, se pasaba -de forma casi imperceptible- al palacio real donde se ealizaría la gran y pomposa fiesta del final.
Durante los dos últimos actos del montaje, los bailarines mostraron más su técnica en el ballet que la interpretación de la historia, lo cual confundió a varios pequeños del público.
La fiesta del último acto duró casi 40 minutos. Los niños reconocieron como invitados a Caperucita Roja y el Lobo Feroz y a la princesa Cisne, a las tres hadas madrinas, la Bella
Durmiente y el príncipe que la despertó (vestidos de blanco). Cada uno presentó una secuencia de pasos, que al final de cada muestra fue aplaudida por el público.