La estropeada democracia de Honduras no necesita de Cristina Kirchner. La comunidad internacional está trabajando para encontrar una solución en la increíble Tegucigalpa. Ningún otro golpe de Estado provocó semejante reacción internacional.
En ese contexto, la presidenta argentina voló a Washington para resguardar con su cuerpo la democracia hondureña.
Los presidentes serios de América Latina dejaron la administración del conflicto en manos de las instituciones internacionales. Bachelet retiró el embajador chileno en Tegucigalpa y confió en la OEA. Lula le proporcionó al eficaz secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, un avión para que pudiera desplazarse entre Washington y el Caribe. El mexicano Felipe Calderón, el colombiano Álvaro Uribe y el uruguayo Tabaré Vázquez manifestaron su claro rechazo al método que se usó para deponer a Zelaya, pero confiaron en la gestión diplomática.
Cristina Kirchner es, entre todos ellos, la que gobierna entre mayores dificultades. Acaba de perder en su país unas elecciones cruciales que marcarán fatalmente su mandato. Ella y su esposo fueron derrotados en seis de los siete principales distritos argentinos, que congregan al 75% del electorado nacional.
Según la afirmación escasamente rigurosa del nuevo ministro de Salud, Juan Manzur, la Argentina se habría convertido en el país más afectado en el mundo por la gripe A. Pero todos los países tienen casos probables que son infinitamente mayores que los casos comprobados.
Quizá Manzur haya recurrido a su arte de mago de las estadísticas que ya aplicó en Tucumán con la mortalidad infantil. Si los casos de gripe A son aquí 100 000, entonces el porcentaje de muertos argentinos es muy bajo. Talvez. Nadie sabe nada, porque lo que ya está probado es que la Argentina carece de sistema sanitario, de estrategia y de estadísticas fiables.
Informes aseguran que el PBI argentino se derrumbó en 7% en los últimos cuatro trimestres y que la caída promedio de la actividad económica de 2009 sería de más del 5%. Esos pronósticos no tuvieron en cuenta las consecuencias económicas de la gripe A, que son devastadoras por sí mismas.
Pero la Presidenta se fue a Washington y ahora anda por El Salvador. Los únicos compañeros de hazaña (el ecuatoriano Rafael Correa y el paraguayo Fernando Lugo) expresan también una ideología determinada, mezcla de populismo y autoritarismo, ensalada de viejos estatismos y de nuevos dogmatismos.
¿Dónde está la Presidenta? ¿Dónde está su gobierno? Los argentinos terminarán por hacerse esas preguntas si Cristina sigue corriendo hacia donde no la necesitan.
La Nación, Argentina, GDA