Las crisis sí existen

Son partes de la naturaleza de las sociedades. Desde las hordas, pasando por las tribus, hasta llegar a esas entidades soberanas conocidas como Estados Nacionales. En unos casos las crisis precipitaban conflictos y predominaban las lanzas o las flechas, en otras el tronar de cañones ubicaba en manos del dios Marte la dirimencia. En la actualidad, el avance de la diplomacia ha permitido salidas alternativas: la ruptura de relaciones, la llamada a casa de un embajador o la cruda declaración de ‘persona non grata’ al diplomático que supuestamente fue imprudente o sirve de pretexto político para encrespar las relaciones.

Por eso, cuando el serpenteante cable de Wikileaks rozó la relación entre Ecuador y EE.UU. la crisis estalló y no deja de reflejar, por lo intempestivo de las reacciones, que en el trasfondo existían relaciones muy tensas, pero bien disimuladas. De esta manera, ambos países perdieron a dos de sus mejores diplomáticos. Como la situación llegó a esos limites, es lógico un enfriamiento hasta superar la ira de una parte y el despecho de la otra, salvo que atroces cables continúen conociéndose agravando el conflicto.

Las relaciones internacionales son un campo de intereses, algunas veces coincidentes y en otros contrapuestos o contradictorios. En este caso -salvo otros caprichos y rencores- las relaciones entre Ecuador y EE.UU. se normalizarán en un tiempo prudencial: ni corto, pero tampoco indefinido. Será indispensable asimilar enfrío, pero reparador nivel de Encargados de Negocios que es una buena terapia para decantar los desencuentros.

La cooperación de EE.UU. hacia el Ecuador en la lucha contra el narcotráfico deberá seguir con la misma agenda. Se trata de un beneficio recíproco. En el campo económico, por el contrario, las diferencias se han debatido en un campo desigual como son las concesiones unilaterales del Atpdea. Es lamentable que no se haya logrado un acuerdo comercial de alto nivel, que es el único camino para compensar las ventajas que obtendrán Colombia y Perú.

Para EE.UU. el Ecuador es una pieza clave en el cuadro estratégico continental en materia de narcotráfico y terrorismo .En el primer caso, el país ya lo percibe y puede hacernos pedazos por la grave fragilidad institucional que sufrimos. El otro no aparece, aunque el creciente sicariato puede ser una alerta temprana de un tenebroso tsunami. Por esos motivos, para EE.UU. Esta geografía en la mitad del mundo es una cuña que es preferible se ubique en dirección contraria a la piel.

La alicaída Consulta Popular pasará pronto y debe abrir un ambiente para una nueva era de relaciones. En el campo interno la situación es más compleja. Los EE.UU. nunca desmintieron el cable. La embajadora, no rectificó ni corrigió, prefirió la partida bajo el INRI de Non Grata.

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