El crimen de un médico desató críticas en el Jardín del Valle

Asesinato medico

Asesinato medico

La noche del jueves, vecinos del Jardín del Valle protestaron por el asesinato del médico Mauricio Pasos. Hubo críticas a la Policía. Foto: Jenny Navarro / EL COMERCIO

Un ramo de flores y una vela encendida fueron colocados en el piso que aún tenía manchas de sangre. Allí cayó herido Mauricio Pasos, médico de 40 años que era conocido en el barrio Jardín del Valle (oriente de Quito). Él fue atacado por dos hombres a las 05:00 del pasado lunes cuando esperaba el recorrido de la empresa de flores donde trabajaba hace varios años.

Cinco días después, poco a poco, se conoce qué ocurrió exactamente esa madrugada.  

El chofer del carro en el que debía embarcarse el médico contó a los vecinos que llegó a recogerlo cuatro minutos antes de lo acostumbrado. Por eso vio cómo dos hombres con cuchillos le apuñalaban la pierna para luego marcharse, a alta velocidad, en una moto. El doctor yacía a un costado de la autopista Rumiñahui; el chofer lo llevó al hospital Eugenio Espejo.

Esa muerte conmocionó al barrio. Sus dirigentes contaron que no es el primer crimen que ocurre en ese sector.

Hace un año, una mujer fue violada y asesinada frente a su hijo. Pero en el 2014, la Policía dijo que las muertes violentas por robos y asaltos se redujeron en Quito. Hubo 39 casos frente a los 53 que se reportaron en el 2013.

La muerte de Pasos desató críticas en el sector. La noche del jueves, 400 personas caminaron con globos blancos, pitos y antorchas. “Justicia para Mauricio”, “No más muertes”, gritaban.

Durante la caminata, todos rezaban tomados de la mano, exigiendo protección a la Policía. Hay un detenido en este caso.

En medio de la protesta, llegó William Benítez, el coronel de la Policía que está a cargo de vigilar esta zona. Lo hizo con 10 uniformados más. Dijo que apoyará para mejorar la seguridad del lugar.

La gente le cuestionó. Uno dijo que necesitan más uniformados, pues en la UPC del Jardín del Valle operan tres.

Otro pidió que todas las noches un patrullero permanezca en el lugar donde ocurrió el asesinato, que a su vez es el ingreso al barrio. Por ahí pasan estudiantes de colegio, universidad y trabajadores.

Al comenzar este año, tres personas de una misma familia fueron asaltadas cuando llegaban de clases. Una vecina contó que hace un año, una mujer y su hijo tocaron desesperadamente la puerta de su casa. Cuando salió vio cómo ambos estaban cegados totalmente por el gas pimienta. Habían sido víctimas de secuestro exprés.

Este delito también aumentó en Quito. Durante el año pasado hubo 261 ataques, es decir, 10 más que en el 2013.

La casa de Diego Santín está en el mismo pasaje donde Pasos vivió 13 años. Él conoció al doctor cuando llegó al barrio con su esposa. Un año después tuvieron un niño y desde ahí compartieron reuniones familiares, programas deportivos y sesiones comunitarias. “Era muy generoso”. Fue también su paciente, pues Santín padece una osteomielitis y cuando sentía dolor iba y lo buscaba. “Nunca me cobró nada, cuando mis hijos se enfermaban nos ayudaba; era nuestro médico familiar”.

La última paciente que atendió fue a una mujer de 86 años, quien había permanecido con fiebre todo el día.

Sus inquilinos llamaron a Pasos para que la ayudara. Eran casi las 22:00. Vestía camiseta y una pantaloneta y así corrió a verla.

La abuelita todavía no sabe que el doctor murió después de un asalto.

Suplementos digitales