El cuerpo de Alexandra Soria fue trasladado hasta Medicina Legal el 21 de agosto del 2016. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
El consultorio está cerrado. Era la única ginecóloga que atendía en el sexto piso de un edificio en el norte de Quito. A diario recibía entre cuatro y seis pacientes. Su nombre está en la entrada del edificio y junto a la puerta de su oficina.
Alexandra Soria era especialista en Ginecología y Colposcopia. La noticia de su muerte conmocionó a todos sus colegas y más cuando se enteraron que su cuerpo fue encontrado en la cajuela de su vehículo, que fuera abandonado en la Panamericana Norte.
Para esta semana, la doctora tenía consultas programadas, pero desde el lunes sus pacientes han sido remitidas a otros especialistas. Sus compañeros la recuerdan como una mujer que vivía con el tiempo justo, pues en ese lugar atendía las mañanas y las tardes se trasladaba al sur de la capital, a otro consultorio en El Recreo. Allí también recibía a diario a un número similar de personas.
Practicaba la medicina hace unos 27 años y en el edificio del norte llevaba cuatro.
El viernes 19 fue la última vez que la vieron en ese sitio. Ese día su rutina fue diferente. Empezó con las consultas a las 09:00, algo inusual, pues su horario normal comenzaba a las 10:00 y terminaba a las 12:00. Necesitaba salir a las 11:00 porque debía matricular en la universidad a su hija Camila.
Ella es la menor de sus dos hijas y con la única con quien vivía en Miravalle, un sector en el oriente de Quito.
El domingo, Camila fue detenida porque presuntamente está involucrada en su muerte.
Las cámaras de seguridad de la urbanización captaron el momento en que la doctora Soria ingresaba a su vivienda en su auto. Luego llegó su hija acompañada de un hombre.
Pero cerca de la medianoche, la pareja abandonó la urbanización en el carro de la especialista. No obstante, luego regresó sola y en un taxi.
Al día siguiente de lo sucedido, la joven de 19 años reportó la desaparición de su madre y el domingo la ginecóloga fue hallada con múltiples golpes en su cabeza, rostro y rodillas.
Agentes de la Dinased (Policía de muertes violentas) rastrearon los últimos movimientos de Soria. Ellos acudieron a la casa de la especialista y detectaron que existían máculas de sangre en el patio y en el lavamanos del inmueble. Unas prendas de Camila también tenían machas de color marrón.
Estos detalles se conocieron en la audiencia de flagrancias que se realizó el domingo 21.
En esa diligencia, Camila no habló y prefirió acogerse al silencio. Su abogado solicitó que la joven fuese trasladada a una casa de confianza, pues aseguró que tenía una hija de 1 año que requería de ella. Por eso, ahora, los agentes rastrean el paradero del hombre que acompañó a la detenida la noche de este hecho. Y se indagan los retiros a través de cajeros.
La familia de la joven tampoco ha querido hablar de Camila. Pero el lunes en la morgue, Elvia Soria, prima de Alexandra, recordó que la doctora daba la vida por sus hijas. “Nunca tuvieron dificultades económicas ni afectivas”, decía.
De hecho, Camila iba a recoger a su madre dos veces por semana al consultorio. Salían a almorzar y la llevaba al sur de Quito, en donde también tenían una farmacia. Así lo recordó su secretaria. La mujer, que trabajó con ella desde hace dos años, cuenta que el viernes la doctora estaba feliz por matricular a su hija en tercer semestre de Medicina.
Unos meses antes, también le comentó lo duro que era ser madre soltera, pero también dijo que el amor por sus niñas era más fuerte.
Alexandra Soria estaba separada de su pareja y vivía en Miravalle desde hace cuatro años.
Compró la casa para vivir con Lizeth y Camila, pero la primera se mudó a Estados Unidos. Ahora el inmueble está deshabitado y los guardias tienen la orden de no dejar pasar a nadie que vaya a la casa 3.
Las pacientes de la doctora también están consternadas. Este Diario habló con dos de ellas. Las mujeres, que pidieron omitir su nombre, recuerdan que la doctora las atendía por años y que su diagnóstico “siempre era correcto”. Por eso, al enterarse de su muerte, lloraron y rezaron por su alma.
En julio, la doctora viajó a Estados Unidos de vacaciones. Fue a visitar a su hija mayor, quien llegó al país tras conocer la noticia de su deceso.
Ella estuvo presente en el funeral que se realizó en el camposanto Monteolivo. Allí descansa el cuerpo de Soria. Su tumba está cerca de la de su padre, quien falleció a inicios de este año.
En contexto
De las primeras investigaciones, los agentes de la Policía conocen que la chica, detenida por el asesinato de su madre, pidió a los guardias de su conjunto habitacional que borraran todas las imágenes del circuito de seguridad.