Redacción Quito
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En el último decenio, la ciudad ha crecido horizontalmente de manera formal e informal hasta donde sus límites naturales lo han permitido. Este crecimiento desordenado, según el presidente del Colegio de Arquitectos de Quito, Alberto Andino, es consecuencia de la falta de planificación sobre el aprovechamiento del territorio.
Con él coincide la presidenta de la Comisión de Territorio y Vivienda del Concejo Metropolitano, Elizabeth Cabezas. Para ella, la expansión horizontal de la ciudad implica una gran inversión en dotación de servicios e infraestructura básica.
El desarrollo urbano
Este año se prevé la revisión del plan de uso y ocupación del suelo, en el cual se analizarán las políticas de desarrollo urbano.
Cerca del 35% del área urbana del Distrito Metropolitano está desocupada.
Con la creación de una empresa de desarrollo de vivienda, se prevé generar unidades habitacionales de interés social.
La tasa de crecimiento proyectada, según el INEC, es de 1,7%. La tasa actual es de 2,6 en el Distrito Metropolitano.
En el barrio La Josefina, en el norte de la ciudad, por ejemplo, más del 60% de las calles aún es de tierra. Inés Carrasco, vecina del sector, dijo que la cantidad de lotes vacíos retrasan las obras de infraestructura. Carrasco aseguró que la falta de transporte público, unidades educativas y centros médicos obliga a los vecinos a trasladarse hasta Carcelén para acceder a estos servicios. “Cuando ya no hay taxirrutas tenemos que caminar cerca de 10 cuadras hasta Carcelén”.
Esas condiciones -dijo Andino- hacen una ciudad ineficiente, cara y con una calidad de vida muy baja, porque los recorridos se vuelven muy largos. “Ese modelo puede continuar en los próximos años si no existe una adecuada intervención municipal”.
Para limitar esta forma de crecimiento, Andino propuso aplicar mecanismos de gestión del suelo urbano. Esto impediría el proceso especulativo con el costo de la tierra, aplicar programas claros de densificación urbana, ocupar todos los lotes vacíos y promover el crecimiento vertical. Eso permite cubrir la demanda de vivienda de acuerdo al crecimiento poblacional. Según la Dirección de Planificación Territorial, en 2020 habrá 2 633 748 habitantes.
Cabezas explicó que el crecimiento vertical debe empezar a promoverse en el sur, donde actualmente existe una Ordenanza que restringe la construcción de edificios con más de cuatro pisos. “La propuesta para la revisión de esta normativa será planteada en los próximos meses”.
Además de estas medidas, el secretario de Ordenamiento Territorial del Municipio, Wilson Mogro, también advirtió la necesidad de iniciar un proceso de legalización de barrios, reconocimiento de edificaciones y aprobación de proyectos de control urbano. “Vamos a entrar en un proceso agresivo de legalización que irá de la mano de un proceso estricto de control de uso del suelo”.
Para Andino, este nuevo modelo de ciudad elevada debe complementarse con la generación de nuevas centralidades urbanas, con espacios públicos de calidad que promuevan la interrelación social. Esto no se ve en el barrio Esperanza del Pueblo, en el extremo sur de la urbe, donde no existen espacios públicos de socialización ni de recreación.
Pero, según Cabezas, existen alternativas en los nuevos polos de crecimiento como la zona alrededor del aeropuerto Mariscal Sucre. “Es una zona en la que se puede generar un proyecto de densificación poblacional”.
Pero Carrasco aseguró que prefiere seguir viviendo en el barrio de La Josefina porque “cuando vivía en el Centro Histórico vivía encerrada porque no había espacios donde distraerse”.