Crece la producción de coca y el consumo de cocaína en Sudamérica

En América del Sur se utiliza más la pasta base de cocaína, una forma que puede contener más impurezas y ser más tóxica. Foto: archivo EL COMERCIO

En América del Sur se utiliza más la pasta base de cocaína, una forma que puede contener más impurezas y ser más tóxica. Foto: archivo EL COMERCIO

En América del Sur se utiliza más la pasta base de cocaína, una forma que puede contener más impurezas y ser más tóxica. Foto: archivo EL COMERCIO

El consumo de cocaína sigue aumentando en América del Sur, en algunos casos hasta niveles superiores a los de Norteamérica, según los datos de un informe de Naciones Unidas publicado este jueves 2 de marzo y en el que se señala también una subida del cultivo de coca en Colombia.

"El uso indebido de pasta base de cocaína se concentra en América del Sur, y la prevalencia anual del consumo de cocaína sigue aumentando, aunque el cannabis sigue siendo la sustancia sometida a fiscalización que más se consume en la región", señala en ese reporte la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE).

En su informe de 2016, este organismo de la ONU se refiere a un informe de la CICAD (Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas) que indica que la prevalencia del consumo de cocaína entre los estudiantes de secundaria en América del Sur es superior a la de Norteamérica.

Argentina, Chile y Colombia son los países en los que hay más incidencia del consumo en ese sector de la población, mientras que Surinam y Venezuela tienen las prevalencias más bajas.

En términos generales, la prevalencia de consumo de cocaína en la región (el porcentaje de la población que la usó al menos una vez en los pasados doce meses) es del 1,5%; la del cannabis es del 3,2%; de anfetaminas es del 0,9; opioides es del 0,3 y el consumo de éxtasis llega al 0,2%.

Con todo, el cannabis sigue siendo la droga más consumida y su uso continúa al alza, aunque hay diferencias entre los distintos países.

Mientras en Perú el aumento entre 1998 y 2010 fue mínimo, la prevalencia anual se duplicó en Argentina entre 2004 y 2011 y en Chile el crecimiento fue similar entre 1994 y 2012.

En Uruguay se registró el mayor aumento, multiplicándose por seis la prevalencia entre 2001 y 2011.

La JIFE recuerda que ese país aprobó en diciembre de 2013 una ley que legaliza el uso no médico del cannabis y recuerda que "todos los Gobiernos que las medidas que permiten la utilización del cannabis con fines no médicos infringen las disposiciones de los tratados de fiscalización internacional de drogas".

Respecto a la cocaína, el consumo entre la población general es parecido al de Norteamérica, con la diferencia de que en América del Sur se utiliza más la pasta base, una forma que puede contener más impurezas y ser más tóxica.

La JIFE advierte de que en 2015 siguió aumentando el temor ante los niveles crecientes de consumo de drogas sintéticas por los jóvenes en América del Sur.

En el informe se señala, por ejemplo, que en Chile en 2015 el 2,6% de los jóvenes entre 15 y 16 años habían consumido éxtasis en los 12 meses previos, mientras que en Argentina la prevalencia en esa franja de edad en 2014 fue del 1,6%.

Además, la JIFE habla de la nueva moda, entre los jóvenes de entorno privilegiados, se consumir sustancias psicoactivas de origen vegetal que en el pasado eran usadas en ritos religiosos de los pueblos indígenas, como la Salvia divinorum o la ayahuasca.

En relación al cultivo y la producción, la JIFE recuerda que Sudamérica sigue siendo prácticamente el único proveedor mundial de cocaína del mundo.

La JIFE indica que la superficie dedicada al cultivo del arbusto de coca aumentó en Colombia desde las 69 000 hectáreas de 2014 a las 96 000 de 2016, un 39% más.

El informe relaciona ese crecimiento con las expectativas generadas por el proceso de paz y que habrían impulsado a los agricultores a cultivar coca con la esperanza de beneficiarse de los posibles programas de desarrollo alternativo.

En Perú, por el contrario, la superficie de cultivo decreció un 6% en 2015, hasta las 40 300 hectáreas continuando la tendencia iniciada en 2011.

También descendió la superficie de cultivo en Bolivia hasta las 20 200 hectáreas en 2015.

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