María Isabel Caiza, enfermera del Hospital Metropolitano, guarda en su mente todo lo vivido en estos 365 días. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO
En sus 32 años de profesión, el intensivista Estuardo Salgado se ha enfrentado a la vida y a la muerte en la unidad de cuidados intensivos (UCI), adonde ingresan pacientes graves. Sin embargo, el último año vivió los momentos más complejos de su carrera en la lucha contra el covid-19.
“En algunas temporadas no había camas; lo único que podíamos hacer era decidir ayudar a quienes podían resistir el tratamiento en el área crítica. Fue muy complicado. Así que evaluamos basándonos en principios éticos”.
Él labora en la Clínica Internacional, de Quito, que cuenta con 12 plazas en UCI para contagiados críticos y seis para tratar otras patologías.
“Fuimos sinceros con familiares. Les decíamos que podíamos atender a su paciente, conectarles al oxígeno, pero no teníamos lugar en UCI. Los traslados a otros hospitales eran aún más complejos”.
María Isabel Caiza, enfermera del área covid-19 del Hospital Metropolitano de Quito, coincide en que este año ha sido duro. Tiene 37 años, ocho de ellos de ejercicio profesional.
En julio y agosto -meses con más infectados- ella fue parte de una historia que le llenó de tristeza. “Una pareja de más de 60 años ingresó. Ella se agravó y debía entrar a UCI. Pidió hablar con su esposo. Lo único que pudimos hacer es abrirles la puerta para que se saludaran. Ella le dijo que siempre estaría en su corazón. Y falleció”.
Ecuador acumula 302 498 casos confirmados de coronavirus hasta ayer, lunes 15 de marzo del 2021, con una tendencia ascendente en el número de casos diarios a escala nacional. Hace un año, el 16 de marzo del 2020, se decretó el estado de excepción y cuatro días antes, la emergencia sanitaria, que aún no se ha levantado. Las cifras revelan que no se ha logrado controlar la expansión del coronavirus.
14 de las 24 provincias registran una tasa de incidencia acumulada de casos por cada 100 000 habitantes sobre el promedio: 1 728 contagios.
Entre las localidades con mayor riesgo por prevalencia del virus están: Galápagos, Pichincha, Pastaza, Morona Santiago, Carchi, Loja, Cañar, Azuay, Bolívar, El Oro, Imbabura, Santo Domingo, Tungurahua y Cotopaxi (ver gráfico).
Esas tasas se calculan con base en la cantidad de casos confirmados, a través de pruebas PCR; y estas -de forma global- siguen siendo insuficientes, pues se aplican principalmente si aparecen síntomas.
Ecuador es uno de los países de Sudamérica que menos muestras toma a la población, según los registros de la Universidad John Hopkins y, a nivel provincial, el testeo refleja marcadas diferencias. Por ejemplo: mientras en Pichincha se han tomado 13 210 muestras por 100 000 personas, en San Elena, Chimborazo, Los Ríos, Guayas, Esmeraldas y Cañar no llegan a 5 000.
De manera general, Ecuador registra 1,13 millones de muestras tomadas hasta el domingo 14 de marzo, lo cual no llega ni al 10% de la población total de 17,5 millones de personas.
Por otra parte, a escala nacional el MSP reporta 16 240 fallecidos confirmados y probables por los síntomas, durante todo el año de pandemia.
Sin embargo, esta cifra está por debajo de las 44 117 muertes en exceso que resultan de comparar las cifras de defunciones por todas las causas-incluidas el coronavirus- desde marzo del 2020 hasta febrero del 2021, con los mismos meses de años anteriores.
Guayas continúa siendo la provincia más golpeada por la mortalidad inusual durante esta crisis sanitaria. Y la que más sufrió el embate de la pandemia hace un año. Lo recuerda claramente Félix Sisalima Correa, paramédico de la ambulancia 1, del Cuartel 1 del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil.
Los llamados de emergencia entre la segunda quincena de marzo y la primera semana de abril 2020 llegaron a triplicarse. Él ayudó en las tareas de auxilio en el pico de la emergencia. Por eso se contagió con el virus el 27 de marzo. Incluso, estuvo en una Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Monte Sinaí.
“Pasé siete días hospitalizado, salí porque había gran demanda de espacios. Busqué oxígeno y tratamiento en casa. Estuve aislado todo abril”.
“Antes, las principales emergencias eran producto de accidentes de tránsito”, dice, y recuerda que cierta vez, con apoyo de la ATM, detuvieron un auto y verificaron que el conductor tenía fiebre de 40 grados; su esposa había fallecido hace cinco días y su hijo recién nacido tenía problemas respiratorios. “Ya no vemos muertos en las calles, hay que seguir cuidando a los abuelos”.