Copenhague. DPA
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Después de una semana de duras negociaciones sobre los detalles de un acuerdo contra el cambio climático, los participantes en el encuentro de Copenhague comienzan hoy una ronda final, a nivel de ministros y de unos 115 jefes de Estado y Gobierno que se prevé acudirán a la cita.
Entre los temas más controvertidos destacan tres: ¿cuánto tendrán que reducir los países sus emisiones de gases de efecto invernadero? ¿Quién financiará la protección del clima en los países en desarrollo y su adaptación al cambio climático? Y finalmente: ¿hasta qué punto será vinculante el acuerdo? Ninguna de las tres cuestiones está solucionada.
Conciencia planetaria
Copenhague apagará las luces durante una hora el próximo miércoles, para llamar la atención en favor del planeta. Las campanas de la catedral y de todas las iglesias de Copenhague sonaron ayer 350 veces. Esta cifra corresponde a la máxima de concentración de C02 en la atmósfera, para limitar el aumento de la temperatura mundial . Las campanas repicaron al mismo tiempo en otras partes del mundo, como Brasil y EE.UU.
200 personas que participaban en una manifestación contra el cambio climático fueron detenidas ayer en Copenhague, informó la Policía danesa. El sábado fueron detenidas unas 1 000 personas en una multitudinaria manifestación por el medio ambiente. A los activistas les fueron requisados proyectiles, máscaras de gas y más objetos ilegales. Algunos criticaron la ley danesa que permite que la Policía realice arrestos preventivos si considera que una manifestación se volverá violenta.Hasta ahora, algunos países presentaron sus objetivos de reducción de gases de efecto invernadero. Pero, según los científicos, eso no basta para estabilizar y limitar el calentamiento global a dos grados centígrados. Según un borrador de acuerdo, los países industrializados deberían reducir sus emisiones entre un 25 y un 45 % hasta 2020 respecto a los niveles de 1990.
La cifra que se impondrá finalmente está totalmente abierta, al igual que el reparto de las obligaciones globales entre los Estados. Además, China acusa a Estados Unidos y a Europa de no tomar en serio su “responsabilidad histórica” en el calentamiento global y de haberse fijado objetivos de reducción de emisiones demasiado pequeños.
La Unión Europea (UE) prometió poner a disposición de los países en desarrollo, hasta 2012, unos 7 200 millones de euros (USD 10 526 millones) en concepto de ayuda climática inmediata. Esta decisión fue aclamada por el secretario de la ONU contra el cambio climático, Yvo de Boer. Sin embargo, se trata de un dinero que ya había sido prometido, pues la UE considera la financiación de la protección climática en los países pobres como ayuda al desarrollo. “Todo el dinero que se puso hasta el momento sobre la mesa en Copenhague es una reiteración de la promesa hecha ya en el año 2000 en la cumbre del milenio para luchar contra la pobreza en los países en desarrollo”, criticó el director político de la organización no gubernamental Germanwatch, Christoph Bals.
La Unión Europea aprobó concretamente en Bruselas en 2005 doblar su ayuda al desarrollo hasta 2015 y con ello alcanzar el 0,7% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional. Ahí está ya prevista la ayuda inmediata climática. Además, es totalmente incierta la financiación a largo plazo para los países pobres hasta 2050.
La obligatoriedad es el aspecto más controvertido. Estados Unidos torpedea no solo en el ámbito de la protección climática los acuerdos internacionales vinculantes.
Ese es también un motivo de por qué no se comprometió a cumplir con el protocolo de Kyoto. De esta forma, en la cumbre del clima transcurrieron paralelamente dos vías de negociación y, con ello, dos borradores de acuerdo. Por un lado, la de los firmantes del protocolo de Kyoto, legalmente vinculante (sin Estados Unidos) y por otro, la de la convención marco del clima de Río de Janeiro de 1992, en la que Estados Unidos estuvo presente. El Estado isleño de Tuvalu bloqueó dos veces, durante varias horas, las negociaciones. Es que exigía regular urgentemente el nivel de obligatoriedad del acuerdo.
La destrucción de los bosques contribuye en un 20% a las emisiones de dióxido de carbono en todo el mundo. Algunos países de la UE y Brasil insisten en que no deben ser protegidas únicamente partes aisladas de bosques y quieren un régimen forestal nacional. Además, piden que no se permita que la tala de bosque se compense con la reforestación, porque muchos países entienden como tal plantaciones pobres en especies. Las selvas vírgenes apenas pueden reforestarse, debido al suelo destruido. Organizaciones medioambientales temen que los bosques se conviertan en un refugio para los países que no quieren reducir sus emisiones de gases con efecto invernadero.
La presidenta de la cumbre, Connie Hedegaard, valoró positivamente que el sábado llegaran a Copenhague 48 ministros de Medio Ambiente de todos los continentes. Estos debatirán en rondas de negociación y pasarán sus informes al Pleno de la Cumbre.