En noviembre, legisladores locales y el embajador Jorge Jurado (tercero desde la der.) se reunieron con sus pares alemanes. Foto: Achim Melde /Deutscher Bundestag
La historia de la cooperación entre Ecuador y Alemania en temas ambientales es larga, más de 40 años. Pero el origen de los impasses políticos de los últimos 15 meses viene desde 2007, cuando el Gobierno ecuatoriano lanzó la Iniciativa Yasuní ITT. Desde entonces Berlín puso sus ojos en el proyecto y decidió incrementar su colaboración ambiental.
Aunque el apoyo al Yasuní no se concretó, después de un período de negociaciones, Berlín ofreció 34,5 millones de euros para crear el Programa Especial de Reserva de Biósfera del Yasuní (RBY).
Los fondos llegaron en febrero del 2013. Y el Ministerio de Cooperación Económica (BMZ por sus siglas en alemán) agregó otros 10 millones de euros para el programa de Socio Bosque y REDD.
Según la Secretaría Técnica de Cooperación Internacional (Seteci), el 75% de la cooperación ha ido directa o indirectamente a temas ambientales. Parte de esas cifras es para el Yasuní, previsto hasta 2017.
Y de acuerdo con la Cooperación Alemana al Desarrollo (GIZ), que da el aporte técnico para el RBY, en los últimos seis proyectos han invertido unos 35 629 528 euros.
Cuando la cooperación sale del Gobierno, es deber de los parlamentarios alemanes visitar los proyectos en los que invierten. Así evidencian el trabajo de los técnicos y el desarrollo del programa, para después rendir cuentas a las entidades de control de su país, al igual que a la ciudadanía.
La última visita de estas que hizo la Comisión del Ambiente del Parlamento alemán fue a Colombia y Guatemala. En este viaje constaba Ecuador.
Pero la visita no se realizó. El Gobierno les negó ya una primera visita al Yasuní en diciembre de 2014 y la última negativa fue hace dos semanas.
La primera vez, el argumento del presidente Rafael Correa y del entonces canciller Ricardo Patiño fue que debían respetar la soberanía nacional y que nadie podía “supervisar” lo que se hace en el Yasuní.
Diez meses antes, en febrero de 2014, el Gobierno dio señales amistosas. La exministra del Ambiente, Lorena Tapia, firmó un contrato de cooperación con el embajador Alexander Olbrich, por USD 10 millones para Socio Bosque en el Yasuní. Y en noviembre Berlín asignó 40,5 millones de euros en cooperación y 11 más para el programa REDD.
Con ese antecedente, las autoridades alemanas iniciaron diálogos para visitar el Yasuní, a través de la Cancillería. Pero, cuando se anunció el viaje, el Gobierno dio una negativa. Patiño anunció la terminación unilateral de la cooperación ambiental y el Mandatario pidió que se devolvieran los fondos, que cuantificó en 7 millones de euros.
Esto no sucedió del todo, como se puede constatar en la web de la Seteci. Se suspendieron cinco programas (en el 2014 eran 88), sin indicar cómo se los había escogido.
La molestia del Gobierno ecuatoriano duró 11 meses y en septiembre de 2015, la exministra Tapia viajó a Berlín, con el actual vicecanciller Fernando Yépez y Gabriela Rosero, de la Seteci. Ahí, en compañía del embajador Jorge Jurado, apuntalaron la cooperación.
Otra vez, con estas señales positivas, Alemania retomó la intención de visitar el Yasuní.
Un grupo de legisladores ecuatorianos también viajó a Berlín ese mes y se reunió con entes y autoridades, entre ellos la Comisión del Ambiente.
Ahí, según Ramiro Aguilar, asambleísta independiente, los oficialistas invitaron a sus pares alemanes a visitar el país, inclusive el Yasuní. El oficialista Gabriel Rivera, parte del grupo, contó que en reciprocidad, y ya que los gastos corrieron por Alemania, Ecuador haría lo mismo.
Según Carlos Bergman, titular del grupo parlamentario de amistad, se acordó que el trámite se haría a través de la Cancillería, ya que Jurado también participó en la reunión.
Así, Berlín envío el plan de viaje, el 11 de enero. No hubo respuesta desde Quito. Pero cuatro días antes de la llegada, el 29 de febrero, la Cancillería les notificó la nueva agenda: llegada, reunión con la Comisión de Biodiversidad y el Vicecanciller; visita al Tena y al Parque Antisana y salida.
El documento decía que algunas actividades no se podían llevar a cabo, pero que la delegación “es muy bienvenida… a fin de cumplir con un programa en irrestricto respeto de la soberanía nacional”.
Sorprendidos por la respuesta y la limitada agenda, los alemanes volvieron a cancelar su visita. Para Aguilar esto es una clara ruptura de palabra y un desaire al Parlamento alemán. “El Gobierno le da un mensaje al mundo y es que algo esconde en el Yasuní”.
El actual ministro del Ambiente, Daniel Ortega, indicó que la invitación está en pie, con la agenda planteada, porque ningún país puede “auditar lo que otro está haciendo”.
A Baerbel Hoehn, titular de la Comisión del Ambiente, la primera cancelación le pareció “extraña e innecesaria” y aclaró que la visita no era a la zona de extracción petrolera y que lo que querían era conocer la evolución del proyecto y dialogar con todas las partes.
Según el diario alemán Bild, Hoehn dijo que esta nueva negativa deben discutirla con calma y que la Comisión parlamentaria exigirá una explicación a través de su Ministerio de Relaciones Exteriores. La Embajada en Quito no se ha pronunciado aún.
En estos días estaba previsto que Berlín analice los hechos. La situación está ahora en manos del nuevo canciller Guillaume Long, quien en su primera rueda de prensa afirmó que la agenda ambiental es fundamental para Ecuador.
En contexto
La relación con Alemania va más allá de la cooperación técnica. Cuando Ecuador inició los acercamientos para firmar el acuerdo comercial con la Unión Europea, Ángela Merkel, la canciller alemana, se comprometió a impulsarlo desde su gobierno.