Contrainteligencia rastrea a policías separados por delitos

El año pasado, cinco policías fueron dados de baja en un evento en la Escuela Superior. Foto: Ministerio del Interior

El año pasado, cinco policías fueron dados de baja en un evento en la Escuela Superior. Foto: Ministerio del Interior

El año pasado, cinco policías fueron dados de baja en un evento en la Escuela Superior. Foto: Ministerio del Interior

En la Policía hay una consigna: dar “seguimiento exhaustivo” a los agentes expulsados de la institución tras detectar posibles nexos con el narcotráfico, extorsión, asociación ilícita, sicariato y robo a blindados.

Hace ocho meses se creó un equipo de contrainteligencia que vigila a los uniformados dados de baja en medio de esas circunstancias. Es más, en las últimas semanas, los investigadores detectaron que exagentes estarían aliados a mafias del crimen organizado.

Esos hechos aún están en investigación. Solo el pasado miércoles, la Fiscalía recibió 14 expedientes para indagar.

¿Es una situación reciente? ¿Por qué se dan estos hechos?Investigadores de una unidad élite advierten que las organizaciones delictivas aprovechan los conocimientos que los exagentes tienen en el manejo de armamento o en las tácticas de seguridad para captarlos.

Hay otras ventajas: los expolicías conocen información confidencial que solo se habla al interior de la institución, como operativos que están por ejecutarse, zonas conflictivas o bandas a las que se las investiga.

En septiembre pasado, el equipo de contrainteligencia localizó a dos exuniformados relacionados presuntamente con un grupo criminal que operaba en Quevedo, Los Ríos.

Jefes policiales reconocen que era “una de las bandas más peligrosas” de esa provincia.

En los expedientes se señala que uno de los exagentes fue expulsado de la institución en 2010 y otro en febrero del 2014. Allí también consta que los procesados estarían vinculados con asaltos a buses y extorsiones.

Incluso, los agentes dicen que localizaron en una casa una Glock, es decir, una pistola de uso exclusivo de la Policía, uniformes, una gorra camuflaje con el grado de cabo segundo...

En Inteligencia temen que los uniformados expulsados contaminen a agentes en servicio activo. “De esta forma actualizan la información confidencial que se genera en la Policía”, explica el investigador que conversó con este Diario.

Y cita el último operativo antidrogas desarrollado en diciembre pasado en Guayaquil.

Ese mes, unidades especiales confiscaron 350 kilos de clorhidrato de cocaína y capturaron a 16 personas, entre ellas cuatro agentes en servicio activo y un exuniformado desvinculado de la institución hace un año.

Según los reportes, dos de los policías arrestados -un teniente y un sargento- trabajaban en la Unidad Antinarcóticos del Guayas. Aparentemente, ellos custodiaban los bloques de cocaína que se los iba a almacenar en un contenedor.

Los investigadores saben que los uniformados que operan en las dependencias antidrogas son los más vulnerables. En Quito, cinco policías de esa unidad fueron arrestados porque facilitaban el envío de narcóticos desde el aeropuerto, de acuerdo a informes oficiales.

No son hechos que ocurren solo en Ecuador. El crimen organizado intenta corromper a las instituciones policiales y militares de la región. En Honduras se detectó que altos oficiales de la Policía estaban implicados con carteles de la droga. En 2010, las Fuerzas Armadas y la Policía de República Dominicana comprobaron que jefes de al menos seis departamentos antinarcóticos de ese país tenían nexos con organizaciones del narcotráfico.

Hechos similares se reportaron en Argentina. El año pasado, la justicia procesó a un comisario y a dos cabos por supuestos vínculos con el cartel mexicano de Sinaloa.

En 2012, en cambio, un fiscal boliviano llamó a declarar a policías de los que se sospechaba que operaban con mafias internacionales que transportaban estupefacientes a EE.UU.

En Ecuador, los agentes de Inteligencia reconocen que detrás del reclutamiento de ciertos uniformados están narcos mexicanos del cartel de Sinaloa y grupos colombianos.

De hecho, el miércoles, el ministro del Interior, José Serrano, dijo que se investiga a “las estructuras que cooptan a los elementos de la institución”.

Ya en 2005, el experto mexicano Jorge Chabat advirtió que el narcotráfico se convirtió en una fuerza real que desafía a los Estados. “Su instrumento favorito es la corrupción, que le permite realizar su negocio con eficiencia”.

En su análisis aclaró que los carteles no solo pagan dinero para que un policía voltee la vista hacia otro lado cuando pasa el cargamento de droga. También, lo hacen por información sobre posibles operativos, para eludirlos, y por información sobre “traidores” y sobre actividades de las bandas consideradas como competidoras. Para las autoridades locales, este fenómeno tampoco lo consideran nuevo, pero advierten que antes estos hechos estaban “invisibilizados”.

Y aseguran que sería “una irresponsabilidad esconder” los casos de agentes involucrados en hechos delictivos. El ministro José Serrano no descartó que en las próximas semanas el equipo de contrainteligencia se forme como una unidad fija de la Policía Nacional.

En contexto
El miércoles, el ministro del Interior, José Serrano, entregó a la Fiscalía 14 expedientes con los nombres de policías que habrían incurrido en delitos. Allí constan casos de sicariato, asociación ilícita, tráfico de drogas y extorsión.

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